Qué raro es conducir justo ahora por la M-50 hacia casa de mis padres.
Entre las retamas silbantes de sus cunetas. Cuando deja de llover, bajo esta luz indecible. Intemporal y remota. Qué extraño este cielo nublado y eléctrico, panel retroiluminado de atardecer, roto de miedo. Troquelando un horizonte todo de vallas publicitarias: Fortecortin y silencio.
Hundo el pie en el acelerador. Atravesando como un disparo de gasolina y cuero ese aire quebrado que envuelve a las cosas olvidadas del extrarradio.
Qué raro conducir por la M-50, hacia casa de mis padres, entre semana, sin retenciones por tráfico lento ni radares móviles. El dolor a punta de dedo en el ángulo muerto del retrovisor de Dios (desempleado de larga duración, a 140 y en sentido contrario). Subiendo el volumen de la radio para sacar de mi cabeza por un segundo esta sensación de tragedia familiar esperada, mal disimulada hace tan solo unos minutos por teléfono. Por qué. Para qué. Acelerar (una vida) apagándose.
La baremación de los méritos académicos de los inscritos...
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... en el MIR 2025/2026 comparada con la de los dos años anteriores...-
Las solicitudes de inscripción en las pruebas que no aportan el certificado
de cal...
Hace 19 horas
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