viernes, 29 de marzo de 2013

Mensajes [todos] de amor que no llegaron


"Había un infinito numerable siempre que nos besábamos en la playa. Una lavadora entre las rocas. Una bolsa desteñida de hipermercado. Una botella de agua mineral criando algas. Un enchufe de pared transformado ya en un canto rodado. El cerco móvil del petróleo. Una maroma deshilada. Etcétera. Mensajes [todos] de amor que no llegaron."

...

"El cuerpo rústico, aparatoso, concibe de un solo modo su huida del espacio y del tiempo: batiendo sus propias marcas, alimentando, en fin, esa extraña combinación de espacio y tiempo que llamamos velocidad. El cuerpo sabio concibe ese mismo sueño permaneciendo quieto y esférico como una gota de agua en ingravidez. Pero qué decir de quien, ahora que ya no queda nadie en el hotel, observa desde la ventana cómo el viento arrastra papeles a la panza de los coches y mueve los mástiles. Besaba de arriba a abajo tu cuerpo y al contacto se encendían las luces que incendiaban todo espacio y todo tiempo; un día se apagaron; dejaste el escenario a oscuras y en silencio. Quedaron la prosa y mi reflejo en esta ventana, ambos con sus insoportables defectos de forma. Y si alguna vez has existido, no existe esa vez. Y si en algún lugar has existido, no existe ese lugar."


 
 
(extraído de Yo siempre regreso a los pezones y al punto 7 del Tractatus, de Agustín Fernandez Mallo)

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