Desde los límites del insomnio te observo.
Nuestros párpados sangran mañanas de miércoles.
Tú tampoco sueñas. Se quedaron enganchadas
tus ropas en las alambradas de mi cerebro.
Y tu pelo derramándose sobre la almohada culpable.
Ahora corres desnuda por los futuros de otros.
Remolino de tacto y sombra en este frío de sábanas viejas.
Te mueves lejanísima e imposible. Perdida.
Pero de repente tu pie me roza y me rompe para siempre.
Ya jamás podré permitirme una mujer así.
3 comentarios:
Y como cada Octubre,
las reglas del frío.
Que todo huela
que todo sepa
y que todo suene..
..a él.
http://www.goear.com/listen/ebc6daa/la-madriguera-delinquumlentes
Siento contradecirte, pero la poesía no muere contigo.
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