viernes, 15 de octubre de 2010

Madriguera

Desde los límites del insomnio te observo.

Nuestros párpados sangran mañanas de miércoles.

Tú tampoco sueñas. Se quedaron enganchadas

tus ropas en las alambradas de mi cerebro.

Y tu pelo derramándose sobre la almohada culpable.

Ahora corres desnuda por los futuros de otros.

Remolino de tacto y sombra en este frío de sábanas viejas.

Te mueves lejanísima e imposible. Perdida.

Pero de repente tu pie me roza y me rompe para siempre.

Ya jamás podré permitirme una mujer así.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Y como cada Octubre,
las reglas del frío.

Que todo huela
que todo sepa
y que todo suene..
..a él.

anónimootravez dijo...

http://www.goear.com/listen/ebc6daa/la-madriguera-delinquumlentes

Mrs.Poulain dijo...

Siento contradecirte, pero la poesía no muere contigo.