sábado, 17 de diciembre de 2016

Bienvenida Zoe

Ha sido padre una de las personitas que más admiro y quiero de este mundo raro. Y reviso los textos de French Harina de Raúl Ferruz, para decirle de algún modo, que aunque no pueda entender absolutamente todo lo que debe de estar sintiendo ahora mismo, estoy con él y su felicidad le da sentido a tanto absurdo reciente.

CLAUDIA (ZOE)
La miro, mientras se estira intentando alcanzar los extremos de la cuna. Me pregunto con qué soñarán los recién nacidos. Abre los ojos, los cierra, se araña la cara. Me pregunto qué se sentirá al no poder sentirse decepcionado. Musita, late en una permanente taquicardia. Me pregunto cuántos enanitos químicos tapizarán sus sueños. Todo parece suave, una masa informe de inocencia. La leche entra en su cuerpo, con la extraña condescendencia de un río bíblico. Inundando el bosque de células que aún nadie ha barnizado y convertido en un jardín botánico de recuerdos públicos. Me pregunto cómo funciona la vida. Eructa y se queda dormida. La quiero, de un modo ajeno.

GRACIAS
Y de pronto, esa explosión de vida. Como una boca de incendio reventando. Un cuerpo entrando en el mar. Atravesando el agua. El zumbido en los oídos. La descompresión. La espuma creciendo al cielo. Como un transbordador atravesando la atmósfera. Y la cola del cohete dejando el rastro del recuerdo. Y los ojos cubiertos de sal. Las bocanadas dentellando el oxígeno. Y el oxígeno violando al cerebro. Y mirar a la orilla y ver correr a un galgo. Y hundir la cabeza y sonreir al reflejo dorado de la arena en suspensión. Y mirar a la orilla y ver correr un guepardo. E intentar buscar un metrónomo interno. Y recordar que eres sordo por voluntad propia desde hace una vida. Y apretar los ojos. Como si eso sirviera para evitar ver las imágenes de dentro. Subtituladas, en azul, y a cámara lenta. Mientras la espuma inicia de nuevo su viaje descendente hacia la superficie. Modificando la trayectoria del optimismo. Y calando los tobillos de los niños desamparados. Y de pronto, esa explosión de vida. Al comprender, por fin, que tu amor desimanta todas las brújulas que apuntaban al suicidio. Gracias.

TOPE
Le llamamos hacer tope. Ella acerca la cabeza hacia tí, y posa la frente sobre tu frente. En una reverencia infantil. Cuando las frentes se tocan, su hilera de dientes queda al descubierto. Y sonríe. En silencio. En señal de victoria. Es su forma traviesa de decir hola. Te quiero. Qué tal. Me suenas. Un beso.
No nos entiende cuando le hablamos. Ni nosotros a ella, cuando chupa las sílabas, las envuelve en saliva, y las escupe. Pero algún día, nos sobrevivirá. Enterrará. Y asistirá a nuestros funerales.
Acaba de cumplir una semana. Su juventud nos envejece. Cualquiera de nosotros daría la vida porque fuera feliz. Literalmente.

(textos geniales de Raúl Ferruz, incluidos en su libro French Harina, disponible en Amazon)