domingo, 26 de mayo de 2013

DOMINGO (aquí siempre es... III)



Tienen los domingos ese fluir desgastado,
ese lirismo cafeínico,
la tristeza en los párpados de los hombres cansados.
De que nunca pase nada.
Y de fondo el puto Carrusel deportivo.

Son los domingos esa lluvia de culpa y resaca
contra el cristal (aun por romper) de tu cabeza,
el recuerdo sangrante de una sonrisa de Fluoxetina
y cerveza, aquella retención en la A1 volviendo de viaje
y que ya nadie me espere de verdad
en ninguna parte.

Tienen los domingos esa fatalidad inerciada
de ver en sus ojos
que ella también sabe
que será la última vez que te la follas.
Para seguir sintiéndote insoportablemente vacío
de todas formas.

Vuelve a ser domingo y miro
al cielo cancerígeno de Madrid,
asomado a la ventana de mi 4º piso.
Sabor a café quemado, con las manos
llenas de frío.
Suena A sunday smile, de Beirut.
Este momento no es literatura.
Suena Hero, de Regina Spektor.
Es una riada intravenosa de carbonato de litio.

Escribir (y beber) en domingo:
Querer pasar página, sobre la página.
Y cortarte el dedo (y la boca) con su filo.


http://www.youtube.com/watch?v=NrgcRvBJYBE
http://www.goear.com/listen/460fbc0/miro-a-la-ventana-neurastenia
http://www.youtube.com/watch?v=RCD14IrOcIs

de volveres y otras derrotas

 
"Por la calle le costaba contener la furia. La gente con que se cruzaba le parecía vilmente fea, desagradable, torpe. La calle amplia y con seto de flores le parecía cursi y sin personalidad, la acera mal dibujada. Prefería las calles grises del viejo Madrid. La forma de los coches le parecía ridícula, el clima, inhóspito, los troncos descascarillados de los árboles, deprimentes. La ciudad le transmitía vida, pero una vida obscena, grotesca. Los comercios eran poco atrayentes, con rótulos raquíticos o neones baratos, la publicidad de las paradas de autobús invadida de la misma belleza frígida, y la gente era en su gran mayoría de una vulgaridad desmoralizante con sus caras de frío.
No volveré, se dijo."

(fragmento extraído de la novela Saber perder, de David Trueba)

sábado, 25 de mayo de 2013

SÁBADO


"Paso la tarde del sábado jugando a la play
y viendo Lost in translation por cuarta o quinta vez
mientras pienso que debería dejarme de gilipolleces
y escribir
no sé bien el qué
pero escribir algo,
un poema, cualquier cosa para actualizar mi blog
y no sentirme culpable cuando esta noche salga
y me introduzca entra la juventud
y me beba unas cervezas
y las mujeres me miren como a uno más sin saber que yo
no pierdo el tiempo viendo el fútbol o la fórmula uno porque yo
soy escritor joder y si me las quiero follar
no es por follar
sino por escribir sobre ello
y ser alguien en la vida
y poder mirar atrás."


(poema extraído de Alguien que sea yo, de Manuel del Barrio Donaire)

lunes, 20 de mayo de 2013

de Provocación nº 5



"Soñé que iba por ahí con Jess,
soñé que estaba en una foto con Pierre.

hubo guerras en mi cerebro durante noches...
antes de dormir decía chorradas inconexas.
sólo te las conté a ti porque es mi costumbre.
porque tienes esas ojeras características
que interpreto como señal de que sabes qué estoy diciendo
y no te estás asustando.

de todas maneras no entendiste nada.
yo tampoco.

hace tiempo que doy vueltas como un ratón por un circuito
de plástico, en un laboratorio, no estoy segura de que pase
algo malo,
pero todas las noches acabo sospechando que sólo soy un
conjunto de sistemas en perpetuo desequilibrio
y me voy a dormir sin hacer nada,
asustada por esta paz artificial,
por esta rutina sedante."


(OH JESS, de Courtney)

jueves, 2 de mayo de 2013

romper el horizonte, remendar el tiempo


"Sentados en el mojón kilómetro 12 de la carretera Mahón-Cabo Cavallería, veíamos los barcos romper [técnicamente hablando, fragmentar] el horizonte en dos; tú jugabas a decir hacia dónde se dirigían; yo, de dónde venían, y me llamabas pesimista, constructor del pasado. Al final nos besábamos no sé si llevados por la pasión o solamente por el ansia de coser [técnicamente hablando, remendar] el tiempo. Ahora, las mañanas oscuras, muy muy oscuras, suelo volver allí, me siento y regreso a pie bordeando las escolleras hasta llegar a la avenida que emboca al puerto: las casas blancas, las persianas echadas, la soledad portuaria encajada en el olor a salitre; pienso entonces en aquellos errores como en particulares casos de una ley: necesarias sombras de los aciertos, y que en ese océano urbano yo soy el barco, pero nadie me observa; una ola más."

"Darse cuenta de que esos números a lápiz dejados por los carpinteros en los marcos de las puertas, en el reverso de las mesas, o en el interior de los cajones [supongo que también Dios olvidó signos por ahí tras crear el mundo], obedecen a un plan. Darse cuenta tras mucho indagar de que son fragmentos de música cósmica, quiero decir, de tu rostro, pues en él están partituras [también las futuras]. Darse cuenta de que esto es mentira y aun así invertir toda la vida en demostrarlo; esa es la tarea. Soy el camino más corto entre tu alma [que se queda] y tu cuerpo [que se va]."

(extraído de Yo siempre regreso a los pezones y al punto 7 del Tractatus, de Agustín Fernandez Mallo)