lunes, 30 de enero de 2012

Ahora sí

Es mi único plan para este viernes noche de tres meses que ya ha empezado a prender: voy a chocarme contra todo lo que me pase cerca. Víctima perpetua del reflejo de las farolas sobre la lata empañada de cerveza. Siempre al calor fugaz de la sombra de otros ojos imposibles y perfectos. Y otros más. Callejero y sardónico. Tocarte. Ráfaga de vida inflamable y líquida. Rompiendo aceras. Rajando parques. Me creeré uno de esos personajes sublimes que superan en astucia y disparate a sus creadores mediocres. Una silueta enrarecida que sonríe a las carretaras y afila el presente contra sus gafas de sol sangrante. Que anda rápido y te mira, que respira como bebiéndose los días a fuego y ginebra, que late. Muy fuerte. Es mi único plan para este viernes noche de tres meses que ya está enraizándose por mis arterias: vivírmelo todo y a poder ser salpicarte.

miércoles, 25 de enero de 2012

Jáááá!!!

martes, 24 de enero de 2012

Preguntas disparatadas de simulacros MIR, 2ª entrega

Se encuentra usted presenciando una sesión clínica interhospitalaria. A toda la audiencia le han repartido un mando automático con 5 botones de colores. con lo que usted tiene reverberaciones del examen MIR y de toda su insufrible preparación. Aun así mantiene la calma. A continuación le presentan el caso de una mujer de 44 años que refiere en los últimos meses cefalea, sudoración y palpitaciones acompañándose de cifras elevadas de T.A. ¿Cuál es la mejor prueba para el diagnóstico de la enfermedad que sospecha? Suponiendo que es usted mujer, y por eso muy raro que presente daltonismo, usted pulsa:

1. Rojo: determinación de catecolaminas plasmáticas.
2. Amarillo: gammagrafía con meta-yodo-benzil-guanidina.
3. Verde: TAC de suprarrenales.
4. Azul: determinación de catecolaminas en orina de 24h.
5: Negro: determinación de metanefrinas en orina de 24h.

(pregunta 86 simulacro 32 grupo 2012 Academia AMIR)

lunes, 23 de enero de 2012

domingo, 22 de enero de 2012

Preguntas disparatadas de simulacros MIR, 1ª parte

Acude a consulta del ambulatorio el cabeza de familia angustiado por que su hijo, estudiante de medicina, hurta con nocturnidad y alevosía las pastillas del abuelo para el tratamiento de la hipertrofia beninga de próstata. Al principio pensaban que el abuelo se tomaba más pastillas por error, pero cuando pillaron in fraganti al joven, éste les espetó que sabía lo que hacía, que había estudiado que era bueno para su melena ya que inhibía directamente la enzima 5 alfa reductasa. Usted reprueba la conducta y condena la automedicación sin prescripción médica. Una vez se queda la consulta vacía, sonríe, se pasa la mano por la cabeza y murmura: ¡ay si te hubiera conocido antes!... Indique en qué fármaco está pensando:

1. Leuprolide
2. Etinilestradiol
3. Alfuzosina
4. Finasteride
5. Dananzol

(pregunta 214 simulacro 33 grupo AMIR 2012)

miércoles, 18 de enero de 2012

Acudid todos, ociosos y malditos, felices seres ajenos al examen MIR


Faltaré pero difundo. Qué menos.

martes, 17 de enero de 2012

De "Un raro bienestar", de Juan José Millás


Al ver la madre que el niño no elegía el reloj que ella había propuesto, volvía a decir aquello de que se iban sin ninguno. La escena duró casi veinte minutos y al final el niño, completamente desasosegado, eligió el reloj que le gustaba a su madre.
Lo grave es que se creyó que le gustaba a él, o eso me pareció a mí. Odié a la madre aquella como si fuera la mía y cuando se alejaron unos pasos compré el reloj que le gustaba al niño. Luego me metí en el metro detrás de ellos y aproveché uno de los movimientos del vagón para introducirle el reloj al niño en el bolsillo sin que se dieran cuenta ni la madre ni él.
Esa noche dormí mejor. Las buenas acciones siempre me producen un raro bienestar. Por eso hago pocas: porque el bienestar es raro y me quita de escribir. Cuando soy feliz, odio escribir, que es lo que más me gusta. Se ve que no es posible ser feliz y hacer lo que a uno le gusta al mismo tiempo. Ésta es una contradicción que la filosofía no ha estudiado suficientemente. No sé quién decía que la gente suele triunfar en lo segundo para lo que está más capacitada porque para triunfar en lo primero hay que alcanzar niveles de desgracia verdaderamente insuperables.

(fragmento extraído de "Los objetos nos llaman" de Juan José Millás, que fue Premio Nacional de Narrativa en 2008)

lunes, 16 de enero de 2012

Examen MIR 2008, pregunta 258 (la medicina rockera nunca descansa)

Durante la celebración de un concierto multitudinario de rock, un asistente al mismo sufre un colapso súbito y se solicita su participación profesional entre tanto no llega el Sistema de Emergencias Médicas ya contactado. Su primera valoración del paciente es que está inconsciente, con movimientos respiratorios de lucha, cianótico y con pulso carotídeo presente. En esta situación, ¿cuál debe ser su prioridad terapéutica?

1. Iniciar la respiración boca a boca.
2. Cateterizar una vía venosa periférica y administrar 1 mg de adrenalina.
3. Asegurar que no existen cuerpos extraños en la boca, levantar la mandíbula e hiperextender la cabeza.
4. Hacer compresiones torácicas a razón de 80-100 por minuto tras colocar al paciente sobre plano duro.
5. Aplicar una desfibrilación eléctrica 200 joules.

domingo, 8 de enero de 2012

La hija de Beatriz, de Juan José Millás


El viernes pasado, Día del Libro, estaba comiendo un bocadillo de calamares en un bar de López de Hoyos, cuando se me acercó una chica con melena ondulada y falda a cuadros que parecía proceder de mi adolescencia más que de la calle. Llevaba en la mano un libro de Paulo Coelho en el que, según me dijo, acababa de leer que el mundo estaba lleno de señales.
-Me he dado cuenta -añadió- de que comes el pan como si más que masticarlo lo pensaras, igual que hacía mi padre muerto.
-Pues me cago en Paulo Coelho y en tu padre muerto -respondí sin agresividad-. No hablo con nadie cuyas citas literarias no sean de Shakespeare para arriba.
-Eso también era típico de mi padre -respondió ella con dulzura-: despreciar lo que ignoraba. Puedes cagarte en él todo lo que quieras pero deja a Paulo Coelho en paz.

Entonces me di cuenta de que el mundo estaba de verdad lleno de señales. Aquella chica me recordaba una novia de mi adolescencia llamada Beatriz, un nombre un poco raro para la época, dominada por las paquitas, las julias y las marujas. Tal vez, pensé, venía a decirme algo desde el pasado. A veces pienso en el pasado. Voy caminando por la calle de Constancia, en dirección al colegio, y de súbito veo venir de frente a Beatriz, que va a clase de estenotipia y mecanografía. Quizá sea un poco cruel exigirle una cita de Shakespeare con un bagaje cultural tan escaso. Después de todo, yo tropecé con Shakespeare por casualidad y no siempre consigo entender lo que dice. Me faltó el canto de un duro para quedarme en Paulo Coelho: tal vez lo hubiera preferido a condición de que Beatriz permaneciera a mi lado. Ahora seríamos los dos mayores y veríamos la tele y leeríamos a Paulo Coelho juntos. Nuestros hijos llenarían la casa de libros de autoayuda y habríamos encontrada a la vida un sentido coelhiano. Dicho así suena bien, mejor que sartreano o wittgensteniano.
Hablando de Wittgenstein, me acordé de un libro muy importante de mi juventud: "La Viena de Wittgenstein". Tal vez, de haberme casado con Beatriz, yo podría haber escrito El São Paulo de Coelho. No sé, no sabe uno qué es lo importante y lo que no. Di un trago a la cerveza, mordí el pie de un calamar que se escapaba por la herida abierta del pan y lancé una mirada amable a la chica.

-Mira -le dije-, no quiero molestarte, pero es que Paulo Coelho escribe muy mal y es un farsante. Además no creo que el mundo esté lleno de señales. Mas bien peca de lo contrario: de falta de señalización. El mundo es peor que el aeropuerto de Francfort: todos los carteles están ahí para confundirte, para que cojas el vuelo que no es o te quedes atrapado en el laberinto de sus pasillos.
-Razón de más para que cuando aparezca una señal nos aferremos a ella, y ya he dicho que te pareces a mi padre.
-Pues no es por darle la razón a Coelho, pero tú eres idéntica a una chica de la que estuve enamorado en mi adolescencia. Idéntica, idéntica. A lo mejor eres hija de ella. Se llamaba Beatriz.
-No sigas -respondió palideciendo la chica-. Mi madre se llama Beatriz. pero tengo miedo de que si continúas hablando no se trate de ella, con lo que me gustan a mí las señales del destino.

A mí también me dio miedo indagar, por si se rompía la magia, con perdón. Nunca había imaginado viuda a Beatriz, con la ropa interior negra y todo eso. Yo seguía soltero por pereza. Quizá ninguna mujer había insistido lo suficiente, pero de repente pensé que si Beatriz estaba viuda y todavía sintiera algo por mí, yo estaría dispuesto a casarme con ella, aunque su hija leyera a Paulo Coelho. Personalmente, había caído el año anterior en el desvarío de leer a Susana Tamaro.
 -Quiero casarme con tu madre -me oí decir con decisión, mientras pagaba la cerveza y el bocadillo de calamares.
-Pero si ni siquiera sabes si es la Beatriz de tu juventud.
-No importa -respondí-. Si esto es una señal, no quiero dejar de leerla. Me da pánico pasarme la vida dentro de un aeropuerto buscando el módulo de información. Llévame donde está ella. Seré como un padre para ti.
Eso es en realidad lo que imaginé, y sin duda lo que tenía que haber hecho, pero no tuve valor para traicionar a Shakespeare a favor de Coelho. Entre la literatura y la vida, siempre he elegido la literatura, y así me va. La chica abandonó el establecimiento en busca de otra señal y cuando salí había desaparecido.


(Relato extraído de "Los objetos nos llaman" de Juan José Millás, que fue Premio Nacional de Narrativa en 2008. Y joder, me parece un texto tan simpático y triste a la vez, con esa gracia decadente que es este patetismo mal justificado por una dudosa elegancia de la cobardía, que me he sentido perfectamente identificado en cada punto y aparte. Tierno y jodido una vez más, divertido siempre y por supuesto.)