viernes, 14 de febrero de 2014

siempre lloviendo y domingos

"Aquí, Madrid, mil novecientos cincuenta y cuatro: un hombre solo.

Un hombre lleno de febrero,
ávido de domingos luminosos.
caminando hacia marzo paso a paso
hacia el marzo del viento y de los rojos
horizontes (y la reciente primavera
ya en la frontera del abril lluvioso...).

Aquí, Madrid, entre tranvías
y reflejos, un hombre: un hombre solo.

(Más tarde vendrá mayo, y luego junio,
y después julio y, al final, agosto).

Un hombre con un año para nada
delante de un hastío para todo."


(poema soberbio y terriblemente vigente de Ángel Gonzalez. 60 años después, nada ha cambiado tanto)







"escribiendo...

Dicen que. Cuando ella murió, él seguía enviándole whatsapps. Le escribía con la inquietante cotidianidad de quien espera la respuesta de un muerto. Y, en la parte superior de la pantalla, podía ver su nombre, y su última conexión; día y hora de la muerte. Una pequeña lápida retroiluminada. Efecto lupa sobre alguna letra, abombada por una lágrima. Él persistía con el convencimiento de que en algún momento. Ella se convertiría en la única superviviente del accidente. Titulares en prensa. Y en la pantalla aparecería un escribiendo... Dicen que. Él sólo quería enviarle una última frase bonita. Y que ella la leyese."


(texto de enfant terrible, claro)

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