viernes, 30 de enero de 2009

La esperanza de nuestras abuelas


Habitualmente, se recurre al acenocumarol para realizar una anticoagulación vía oral, fármaco que actúa antagonizando el efecto de la vitamina K. Se trata de un anticoagulante con un margen terapéutico muy estrecho, con un riesgo relativamente elevado de complicaciones hemorrágicas. Es por esto que requiere un control hematológico riguroso y frecuente.

Recientemente se ha demostrado que un fármaco aún no aprobado, inhibidor directo de la trombina, el "ximelagatrán" (Exanta), puede ser tan eficaz como los dicumarínicos de uso habitual (Sintrom), con menos problemas de sangrado y menos interacciones con alimentos y otros fármacos (y por tanto menos necesidad de control). Sólo se ha demostrado su eficacia en ausencia de cardiopatía reumática y sin prótesis.

Ya se ha publicado el resultado de dos ensayos clínicos de gran envergadura donde ximelagatrán sale muy bien parado. El primero se centra en pacientes con fibrilación auricular, un trastorno del ritmo cardiaco que provoca alrededor del 15% de los accidentes cerebrovasculares.La mitad de la muestra (más de 3.000 pacientes reclutados en 200 hospitales de EEUU) fue tratada con este fármaco y la otra mitad con Sintrom. La eficacia de ambas terapias fue la misma, pero la mortalidad y las hemorragias graves descendieron con ximelagatrán. Además, las complicaciones hepáticas que aparecieron (en el 6% de los que recibieron el anticoagulante moderno) se solucionaron al suspender el tratamiento.

La segunda investigación evalúa el nuevo anticoagulante para el tratamiento de la trombosis venosa profunda. De nuevo se compara este fármaco con la terapia habitual que incluye el empleo de heparina o Sintrom durante al menos seis meses. Los resultados vuelven a favorecer a ximelagatrán, que consigue igual eficacia con menores complicaciones.

Ximelagatrán es una buena alternativa para los problemas trombóticos. Incluso los casos de inflamación hepática no parecen un problema lo suficientemente importante como para impedir la comercialización a corto plazo de este nuevo anticoagulante. Al fin y al cabo, la alteración es poco frecuente, de baja intensidad y se resuelve al interrumpir el fármaco o, incluso, espontáneamente.

Este tipo de complicaciones impidieron que la FDA autorizara su salida al mercado. En Europa tan sólo se emplea en media docena de países, entre los que no se cuenta España, y con bastantes restricciones.



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