miércoles, 30 de junio de 2010

Autodestrucción incierta (y otra vez más, creía)


El verano estalla, contraluz desdentado

en mis gafas de sol. No sé qué se celebra.

La misma noche de tres meses

de lejanía y rabia. Tal vez cerveza. Sudor

y sueños de mosquitera.

El sonido intrauterino de las resacas

sumergidas en luz de cloro

y azules. Los ojos rojos no son por ti.

Quizá sin asfalto, THC y pelo mojado.

Olor a protector solar y no te pienso llamar nunca.

Otra vez el abismo imantado del tercer whisky. Farolas

de urbanización y los mismos cardos secos en la garganta

y en las cunetas. Soledad. Esta esquina me suena.

Quemadura solar de tercer grado en el pecho.

Otra vez trenes al norte. A la luna

le han picado las avispas. Yo por aquí ya he pasado.

Mi propio naufragio televisado en la playa de un cenicero.

Un golpe incansable de mosca

contra el cristal de mi cerebro. Eso es.

Y tanta tierra de por miedo.

Doliendo otra vez sin existir de veras,

son verano y tu recuerdo el mismo miembro

fantasma. Yo también sé vivir rápido.

De nuevo condenado a destruir lo que creo.

En lo que.

Y otra vez más, creía.

Silencio. Amnesia química. Pornografía.

Hay muchas formas de hacerse daño

que en cuatro años no se olvidan.



2 comentarios:

Maleable dijo...

Me parece un texto impresionante compadre. Me encantan esas formas tan tuyas de moldear la tinta.

samsa dijo...

Por fin pude leerlo, esta fenomenal.