miércoles, 26 de diciembre de 2012

Desapacible


"Se besan en las mejillas  a la puerta de la habitación. Ella sonríe mostrando la dentadura. Leando baja las escaleras. La encargada le lleva hasta la puerta de salida. La noche es desapacible, un poco cruel. Leandro toma un taxi. Entra en casa y evita el salón. Se refugia en el estudio. Se sienta en la butaca desde la que suele escuchar a su alumno tocar el piano de pared, un viejo Pleyel con cuerpo de madera algo agrietada. Respira pesadamente y tiene frío. Toma un vinilo de su repisa y lo coloca en el plato giradiscos. Bach me vendrá bien. Tras la fritura del inicio suena la música y Leandro sube el volumen. Se siente un poco más viejo y un poco más solo. Suena el preludio coral en Fa menor. Es esa firmeza la que aprecia Leandro, esa robusta armonía con la que se construye una arquitectura emocional que produce un escalofrío de sensaciones.

Piensa en su vida, en los días en que supo con certeza que nunca sería un gran pianista, que permanecería siempre a este lado de la belleza, entre quienes la contemplan, la admiran, la disfrutan, pero jamás la crean, jamás la poseen, la dominan. Aunque siente rabia, la música impone su pureza, le distancia de sí mismo. Puede que esté viajando lejos de sí, ni feliz ni miserable. Extraño."

(fragmento extraído de la novela Saber perder, de David Trueba)

https://www.youtube.com/watch?v=zbZT02vly_s

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