esta verdad.
viernes, 15 de enero de 2021
¡Qué Desilusión!
esta verdad.
domingo, 10 de enero de 2021
lunes, 4 de enero de 2021
Balance anual
Escribo esto un 31 de diciembre. Y este año que hoy se acaba ha sido duro y difícil. He superado una mudanza, otra, pero no por enésima menos extenuante física y mentalmente, igual de cronificada, casi un cáncer (no). He sufrido un accidente de tráfico, sin secuelas aparentes, tampoco físicas. He trabajado como sanitario del sistema público de salud en una de las regiones más castigadas por esta pandemia, en la que más profesionales nos hemos contagiado porque menos nos han protegido. Se canceló el concierto de la gira de despedida de Extremoduro para el que tenía entradas. No conseguí la plaza de interino a la optaba en una convocatoria pública. No pude celebrar mi cumpleaños con amigos. Y se me adelantaron en la compra de una vivienda que realmente me gustaba. Para mí, 2020 tampoco ha sido un año excelso. Pero yo que sé, lamentarse es tan fácil como inútil.
También me han pasado cosas buenas. Mi amiga Elena ha vuelto de Nueva York tras años de exilio profesional. He conseguido no quemarme en el trabajo, de momento, a pesar de las tragedias a las que he asistido y de los maltratos que gestores y gobernantes me han seguido dedicando. He empezado a cocinar. Un poco. Algunos platos sencillos. Pero ensucio mucho la cocina. Me he demostrado lo poco que necesito. Vivo en un hogar precioso con la persona que quiero, lo construimos día a día más y mejor, con algunas horas de bricolaje torpe, esperanza y buen gusto. Mis padres y mi hermano están bien de salud. La verdad es que tampoco se puede pedir mucho más.
Del 2021 espero comprar discos de segunda mano con Alfon, tocar un blues facilón a la guitarra con Mateo y Chema, salir al monte con Sergio y Manu. Emborracharme con Dani y el Abuelo. Pegarme un homenaje culinario con Agüero y Gómez. Viajar con Regi. Ir a una fiesta de disfraces a casa de Adri. Aunque sé que será difícil que este nuevo año me ofrezca disfrutar como antes de un buen concierto de rock, por ejemplo. De jugar como antes un partido de baloncesto, por ejemplo. De dar abrazos como antes a mi abuela, por ejemplo.
Ya sé que ha sido un año aciago para la mayoría. Pero tal vez sea más práctico analizar que maldecir. Del 2020 me quedo con la enseñanza de que podemos vivir con menos. Y creo que debemos vivir con mucho menos si no queremos que los años siguientes sean peores que este.
domingo, 3 de enero de 2021
Patacon y Gerris Lacustris
En los últimos días de diciembre de 2020 son noticia las palabras escogidas por academias de la lengua como las más significativas del año. Creo que "confinamiento", "coronavirus" y "nós" (por gallega y también por distinta comentada con Mateo vía telefónica) fueron algunas. La madrugada de nochevieja, sin embargo, rondó mi cabeza de forma obsesiva la palabra "patacones". Ja. Llegó a mi por Regi. Ella la pronunció en nuestra cocina, por la tarde, mientras deshacía el hatillo de víveres y me daba instrucciones para preparar el ceviche de langostinos. Creo que patacones son las rodajas secas de plátano macho frito, muy crujientes, y según parece, deben sumergirse en el caldo inmediatamente antes de comenzar a degustar el plato, para evitar que se reblandezcan, y preservar así el contraste de texturas y consistencias. Lo que aprendo con ella, oye. El caso es que la palabrita en cuestión debió de quedar resonando en mi inconsciente como para que unas diez horas después no pudiera desprendérmela del pensamiento mientras intentaba continuar durmiendo.
Muy distintos son los significados que me evocaba de forma errónea su fonética. Recordé "barracón", claro, de origen militar, probablemente por la noticia reciente y celebrada de que mi amigo Dani adquiría y se instalaba una vivienda prefabricada en un terreno cercano a la casa de mis padres. Me confundía "patacudo" cuyo significado dudo haber conocido previamente y he tenido que consultar: adinerado, en portugués. Y por extensión "zancudo", sinónimo en américa latina de mosquito, referido a la familia de los culícidos (orden Díptera) en taxonomía, que incluyen especies vectores de la Malaria o la Fiebre Amarilla.
Asocié a continuación "zapateros", esos asombrosos insectos de río (orden Hemíptera, familia Gerridae) que logran desplazarse por la superficie del agua apoyados sobre sus larguísimas patas en constante flotación. Un fenómeno interesante que se fundamenta, supongo, en la tensión superficial del agua y en una especie de almohadilla formada por pelos hidrófobos que poseen en los extremos de sus patas, esto no lo suponía en absoluto, consiguiendo así formar una minúscula bolsa de aire sobre la superficie. Lógicamente esto de nuevo lo he tenido que consultar. Cómo iba yo a saberlo. Por quién me tomáis. Así he aprendido además, que su conocimiento profundo era un reto, y ha sido materia de estudio para los prestigiosos matemáticos del MIT. Nada menos que una de las últimas incógnitas físicas de la locomoción animal que quedaba por desentrañar. Por lo visto los zapateros se mueven como una barca de remos y no servía, como con los animales terrestres, la tercera ley de Newton para explicar su movimiento. Publicaron el estudio en 2003 en la revista Nature y construyeron un prototipo de robot que camina sobre el agua aplicando estos mismos fundamentos. El pasado verano me bañaba en el río Ega a su paso por Arbeiza, reparando en la curiosa anatomía de estos simpáticos bichitos y sin embargo ignorando por completo toda esta información.
Como veis, así hila, salta, desvaría y gripa una mente afectada por la privación de sueño y la resaca. ¿Dónde termina la asociación de ideas y empieza el discurso divergente? Feliz 2021 y salud mental para todos.
sábado, 2 de enero de 2021
leed, ved, malditos!
https://elpais.com/cultura/2021-01-01/la-prueba-del-alcohol-literario.html
https://www.rtve.es/noticias/20201026/anatomia-dandy-quien-fue-realmente-francisco-umbral/2049140.shtml