lunes, 4 de enero de 2021

Balance anual

Escribo esto un 31 de diciembre. Y este año que hoy se acaba ha sido duro y difícil. He superado una mudanza, otra, pero no por enésima menos extenuante física y mentalmente, igual de cronificada, casi un cáncer (no). He sufrido un accidente de tráfico, sin secuelas aparentes, tampoco físicas. He trabajado como sanitario del sistema público de salud en una de las regiones más castigadas por esta pandemia, en la que más profesionales nos hemos contagiado porque menos nos han protegido. Se canceló el concierto de la gira de despedida de Extremoduro para el que tenía entradas. No conseguí la plaza de interino a la optaba en una convocatoria pública. No pude celebrar mi cumpleaños con amigos. Y se me adelantaron en la compra de una vivienda que realmente me gustaba. Para mí, 2020 tampoco ha sido un año excelso. Pero yo que sé, lamentarse es tan fácil como inútil. 

También me han pasado cosas buenas. Mi amiga Elena ha vuelto de Nueva York tras años de exilio profesional. He conseguido no quemarme en el trabajo, de momento, a pesar de las tragedias a las que he asistido y de los maltratos que gestores y gobernantes me han seguido dedicando. He empezado a cocinar. Un poco. Algunos platos sencillos. Pero ensucio mucho la cocina. Me he demostrado lo poco que necesito. Vivo en un hogar precioso con la persona que quiero, lo construimos día a día más y mejor, con algunas horas de bricolaje torpe, esperanza y buen gusto. Mis padres y mi hermano están bien de salud. La verdad es que tampoco se puede pedir mucho más.  

Del 2021 espero comprar discos de segunda mano con Alfon, tocar un blues facilón a la guitarra con Mateo y Chema, salir al monte con Sergio y Manu. Emborracharme con Dani y el Abuelo. Pegarme un homenaje culinario con Agüero y Gómez. Viajar con Regi. Ir a una fiesta de disfraces a casa de Adri. Aunque sé que será difícil que este nuevo año me ofrezca disfrutar como antes de un buen concierto de rock, por ejemplo. De jugar como antes un partido de baloncesto, por ejemplo. De dar abrazos como antes a mi abuela, por ejemplo. 

Ya sé que ha sido un año aciago para la mayoría. Pero tal vez sea más práctico analizar que maldecir. Del 2020 me quedo con la enseñanza de que podemos vivir con menos. Y creo que debemos vivir con mucho menos si no queremos que los años siguientes sean peores que este. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me ha encantado leer esto.