miércoles, 11 de agosto de 2010

Umbral defiende la blancura en este mundo de tanoréxicos


Mi cuerpo blanco y desnudo. ¿Por qué tan blanco? El vello es sobre todo él un bosque nevado. A mi abuela le gustaba yo por blanco, de niño. Decía que mi blancura me salvaba de mi fealdad. Las abuelas nos crean estos traumas, le dicen al niño estas cosas crudas que no sirven para nada sino para destruirle la urdimbre afectiva, maestro Rof, pero una abuela recia y castellanoleonesa suele ser todo lo contrario de una urdimbre afectiva.

Blanco, digo, blanco de leche, de lirio, de blancura incurable. Ahora la gente blanca se pone al sol para teñirse. Mal hecho. Eso da cáncer. El bronceado es un vestido, un disfraz. Una mujer muy blanca está más desnuda. El pigmento, natural o adquirido, viste, reviste. La carne es ya como el alma, la carne blanca.

Lo que he puesto en las alcobas del amor ha sido una sombra pálida, y lo que más siento, de mi muerte, es que se me irá la blancura, se disipará este conglomerado de nada, perderá densidad esta ausencia de color, verdeamarilla en la cara y lechal en el cuerpo.
Las mujeres se decepcionan de tanta blancura al principio, porque todavía funciona el mito del macho moreno, pero luego se acostumbran y aman lo blanco, pues lo blanco captura más que lo oscuro, es más íntimo y cansa menos. La morenez estraga.

La rubia es menos pecado, dijo alguien. Lo rubio es menos pecado. Y lo blanco ya no es pecado en absoluto.
Los seres blancos nos conservamos virginales y liliales después de todas las aberraciones. No hay quien pueda con lo blanco. La mujer oscura siempre es más pecadora, está como teñida de pecado original. La mujer blanca es siempre el cristal que atraviesa el rayo de luz sin romperlo ni mancharlo. ¿Es esto que digo un racismo de los colores?(...)

Me da pena, digo, pensar que se perderá esta blancura, se diluirá en el aire de mi muerte, como un humo muy blanco y nada más. No me duele perder los brazos, las piernas, la vida, el corazón, el sexo, la pituitaria.
Me duele perder lo blanco, dejar de ser blanco al dejar de ser yo. Me duele más la muerte de mi blancura que mi propia muerte. (...)

Que la blancura de mi piel no sea explícita, demasiado explícita. ¡Ah!, los enigmas de lo blanco, ¡ah!, las oscuridades de la luz. Si la mayor luz es la menor sombra, la mayor blancura es la menor tiniebla. No estoy en blanco por ser muy blanco. Cuidado conmigo. Soy el que soy. Enigmas de la nieve, de la espuma, de la nube. Formas de lo blanco, galerías interiores de un cuerpo claro.

Hace falta mucha simplicidad para tomar por claro lo blanco.
Lo blanco no es lo claro ni lo simple. Lo blanco es tan enigmático, inexplicable e inmutable como lo negro. (...)

Así, según Einstein, lo blanco sería el comienzo del proceso, la luz sin esfuerzo, a favor de la corriente. ¿Significa eso mi blancura? Contra ello he luchado, quizá sin saberlo. Lo blanco como punto de partida. Pero hay que pasar por todos los colores, tránsfuga del arco iris, peatón del espectro solar.

En el sueño, en el amor, en el despertar, mi cuerpo blanco y desnudo.



(Otra vez "Mortal y rosa" de Francisco Umbral, ante el éxito de la anterior entrada)

1 comentario:

tayler durden dijo...

no te lo dije en las pistas de padel, pero pasé por el fnac y no pude evitarlo. me lo pillé junto a los hermanos karamazov (este irá más tarde), el hombre que se enamoro de la luna (que era un regalo para sol, una joya de spanbauer que no te dejaría indeferente) y el primero de david trueba.
así que ahi está, en mi estantería reposando a la espera de que le llegue la vez. antes tengo que terminar: "Ali en el pais de las maravillas" uno de vazquez figueroa que me dejo sol por su similitud con el "estilo salem",
"y los hipopotamos se ahogaron en sus tanques", de keroauc y burroughs a medias.
después, es posible que me ponga con él, solo para poder discutir de una vez contigo.