lunes, 7 de enero de 2013

en el recuerdo de otro


El destino de la memoria (ese órgano poroso) no es olvido; es la infidelidad. Colados en el recuerdo de otro, somos otro. Ensimismados en un objeto no sabemos que es otro quien nos ha colado en forma de objeto. Y cuando en busca de un viejo amor desandamos el trayecto (exactamente el mismo), y encontramos otra cosa (pero no nos damos cuenta), y como sólo puede existir aquello que volverá a repetirse (es ley), a veces dudo de si realmente hemos caminado ese camino (por deducción: algún camino, todos los caminos). Y si un perro se muere lo que lloramos es haber conocido la verdad que aún no nos ha llegado. Y las manzanas nunca caen de la misma forma (tampoco los párpados, por eso soñamos). Y si todo esto no es cierto, o no existe el hombre, o no existe el poema, o ningún hombre ha escrito jamás un poema. Pero no te escribía para esto (que también), sino para decirte que ayer encontré una carta tuya en la que me decías, "acabo de llegar y ya sé que me vestirás con tus besos". Un día, en alguna infidelidad de la memoria, habrá sido verdad.

(extraído de Yo siempre regreso a los pezones y al punto 7 del Tractatus, de Agustín Fernandez Mallo)

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