viernes, 29 de julio de 2016

7 minutos

Verano sin ti.
Y yo cayendo en esta red
nacional de carreteras del estado.
Volátil
asfaltado
insomne
atrapado
en lo indefinido, en
(-garzando estaciones de servicio)
la obsesión de perseguir, sin descanso,
esta lejanía que te huye.

Eterna y remota red
nacional de carreteras del estado (líquido)
para perderme escurriendo hacia mí mismo,
en
tre el crujir de las ramas caídas bajo mis pasos
para en mitad por ejemplo de esta Soria ilusoria,
cerrar los ojos, respirar
el rumor de un río de dudas que la brisa desimanta
(que tu risa desplegada, desoída,
deshilacha)
en
saberme por fin
equidistar infinito
de todo lo que me roza
(envenenada desmemoria).

Porque mi danza ebria no es un tambaleo
(dípteros de luz: tacto y sueño).
Mi caída es
un reajuste constante de distancias invertidas
en
tre tu mirada y el tiempo
(que ya no tengo, que ya es de otro)
La belleza insolente de una juventud que no tengo.
Verano sin ti.
(para no recordar, para no pensar
te, para ser ya siempre
otro y lejos
de)
Donde quiera que estés.
Yo acelero.

Soy Elder Bastidas justo antes de que T se vaya.
Soy lo que fuera Fred Ballinger justo antes de ser ya siempre Fred Ballinger.
Soy tu voz leyéndome las columnas dominicales, mientras volábamos por la A6 y tronaba Sufjans Stevens en la radio de mi volkswagen seminuevo. Soy tu mano acariciando mi nuca. Dándome de comer sándwich de berro, queso cheddar y mostaza. Soy lo que fui para no ser ya nunca.
Porque sin ti, yo también seré
todas las canciones tristes de más de 7 minutos.

No hay comentarios: