martes, 28 de octubre de 2008
domingo, 26 de octubre de 2008
Entrevidas 3
Durante la jornada, en ocasiones un sobresalto me agarra, y me saca bruscamente a la superficie densa del automatismo diario.
Creo percibir ligeras variaciones en la voz líquida y eléctrica que mana por megafonía.
Sí. Estoy seguro.
Siempre acercándose, sigilosa, a recuerdos agradables de voces cercanas.
Voces cercanas a mucha distancia de mí.
A mucho más tiempo.
Lo pienso a menudo.
Tres trenes por sentido en un intervalo aproximado de diez minutos.
Un total de 36 convoys por hora, acuchillando el aire a su paso, atravesando planos con una violencia soberbia, a pocos centímetros de mi uniforme descosido.
Cada día de trabajo supone 216 oportunidades de suicidio sencillo y mediático.
Todas desperdiciadas.
Es lo malo de este trabajo.
Demasiado tiempo para pensar.
Me pagan por una especie de autopsicoterapia de aislamiento.
Un cara a cara con lo que sea que domina mis actos.
Un vis a vis con un boceto confuso de lo que en realidad quiero, de lo que temo, de lo que soy y lo que creo ser.
Yo, que apenas creía en estas cosas.
Mis primeros avances han sido darme cuenta:
Me siento solo.
Pero no lo suficiente.
sábado, 25 de octubre de 2008
Viaje al fin del oficio (tercera parte)
“Los ricos no necesitan hacer el mal en persona para jalar. Dan trabajo a los demás, como ellos dicen. No hacen el mal en persona, los ricos. Se hace todo lo posible para complacerlos y todo el mundo muy contento. Mientras que sus mujeres son bellas, las de los pobres son feas. Es así desde hace siglos, aparte de los vestidos elegantes. Preciosas, bien alimentadas, bien lavadas. Desde que el mundo es mundo, no se ha llegado a otra cosa.
En cuanto al resto, en vano te esfuerzas, resbalas, patinas, vuelves a caer en el alcohol, que conserva a los vivos y a los muertos, no llegas a nada. Está más que demostrado. Y desde hace tantos siglos que podemos observar nuestros animales nacer, penar y cascar ante nosotros, sin que les haya ocurrido, tampoco a ellos, nada extraordinario nunca, salvo reanudar sin cesar el mismo fracaso insípido donde tantos otros animales lo habían dejado. Sin embargo, deberíamos haber comprendido lo que ocurría. Oleadas incesantes de seres inútiles vienen desde el fondo de los tiempos a morir sin cesar ante nosotros y, sin embargo, seguimos ahí, esperando cosas... Ni siquiera para pensar la muerte servimos.
Las mujeres de los ricos, bien alimentadas, bien engañadas, bien descansadas, ésas, se vuelven bonitas. Eso es cierto. Al fin y al cabo, tal vez eso baste. No se sabe. Sería al menos una razón para existir.
(...)
Poco a poco había perdido yo la costumbre de prometerles la salud, a mis enfermos. No podía alegrarlos demasiado, la perspectiva de estar bien de salud. Al fin y al cabo, estar bien de salud no es sino un apaño. Sirve para trabajar, la salud, ¿y qué más? Mientras que una pensión del Estado, aun ínfima, es algo divino, pura y simplemente.
Cuando no se tiene dinero para ofrecer a los pobres, más vale callarse. Cuando se les habla de otra cosa, y no de dinero, se los engaña, se miente, casi siempre...”
(Louis Ferdinand Céline)
Fragmento extraído de la novela "Viaje al fin de la noche"
"Louis Ferdinand Céline 1"
Por Siegfried Woldhek, 1989
domingo, 19 de octubre de 2008
domingo, 12 de octubre de 2008
A tu salud
No te quiero.
No sé qué piensas tú de mí.
Pero nos han esposado el uno al otro, y yo a ti no te quiero.
Por sorteo. Que viene de suerte.
Y te aviso. Desgarraré la soga.
Con los dientes si hace falta.
Porque no me conformo con la novedad. Lo siento, no me excita.
No me consuela la aventura siniestra que entrañan los cambios inofensivos. De letra de abono mensual. De rostros distintos de las mismas personas. De horas de sueño y ocio (hay quien los diferencia). De comunidad autónoma que me recibe con la entrada en vigor inminente de la ley antibotellón. De paisaje, de aire, de ciudad, y de vida.
Y la anterior no estaba mal.
El aumento desproporcionado de minutos de transporte público y su espera. El exceso perjudicial de momentos de mirada perdida a través de la ventanilla. La plétora de instantes autodestructivos de pensamiento y reflexión.
La adicción al tóxico:
Acordarse de.
Porque la distancia no es el olvido, imbécil. Si no todo lo contrario.
Y eso no te lo perdono.
Pierdes. He perdido.
Es por todo esto que pienso escupir en cada una de tus aceras. Patear papeleras y retrovisores de vehículos aparcados. Incendiar jardines. Fumar en salas de espera. Reír a carcajadas ante los familiares que reciben malas noticias.
Prenderé fuego a los cupones plegados que cuelgan de las manos pálidas y frías de la invidente de la puerta principal. Diluiré anticoagulante en las jarras de agua de la cafetería de personal. Silicona en la cerradura de las puertas de quirófano. Azúcar en los depósitos de combustible de las ambulancias. Fugas en las reservas de oxígeno de la sección de neumología. En las reservas de opioides de la sección de oncología. En las reservas de insulina de la sección de geriatría. Interrumpiré el suministro eléctrico de los ventiladores mecánicos de la unidad de cuidados intensivos. Esas pobres máquinas también merecen un respiro...(aunque sea a costa de los vuestros).
Perpetuaré una catástrofe sanitaria lenta y progresiva en toda la provincia.
Voy a derribar el hospital poco a poco, día a día, con la constancia sutil del psicópata desapercibido. Con la paciencia resignada del estudiante irascible. Inestable. Perjudicado por la consecución azarosa de los acontecimientos recientes. Supongo que es el riego que conlleva que el hospital sea universitario...
Voy a causar todo el daño posible.
No es una amenaza. Es una promesa.
Una promesa de amor extraño y brutal hacia esta jaula protectora que me salva de sentirme afortunado.
La consecuencia fatal de un síndrome de Estocolmo distorsionado e impreciso.
Al fin y al cabo, la salud mental también es un sorteo.
Sorteo. Que viene de suerte.
sábado, 11 de octubre de 2008
Viaje al fin del oficio (segunda parte)
“En cuanto a los enfermos, los clientes, no me hacía ilusiones al respecto... No iban a ser en otro barrio ni menos rapaces, ni menos burros, ni menos cobardes que los de aquí. La misma priva, el mismo cine, los mismos chismes deportivos, la misma sumisión entusiasta a las necesidades naturales, de jalar y cagar, los convertirían, allá como aquí, en la misma horda embrutecida, cateta, titubeante de una trola a otra, farolera siempre, chapucera, mal intencionada, agresiva entre dos pánicos.
Pero, ya que el enfermo, por su parte, no deja de cambiar de costado en su cama, en la vida tenemos también derecho a pasar de un flanco a otro, es lo único que podemos hacer y la única defensa que hemos descubierto contra el propio Destino. Hay que abandonar la esperanza de dejar la pena en algún sitio por el camino. Es como una mujer horrorosa, la pena, y con la que te hubieras casado. ¿No será mejor tal vez acabar amándola un poco que agotarse azotándola toda la vida, puesto que no te la puedes cargar?”
(Louis Ferdinand Céline)
Fragmento extraído de la novela "Viaje al fin de la noche"
"The last OK" (1983)
Óleo sobre tabla. 264x213 cm
Por Julian Schnabel.
viernes, 10 de octubre de 2008
Segunda derrota: 1940 o Manuscrito encontrado en el olvido
martes, 7 de octubre de 2008
sábado, 4 de octubre de 2008
Dadme un susto por favor
El hipo es la contracción espasmódica e involuntaria del diafragma con la glotis cerrada. Suele ser autolimitado y poco importante. Las crisis de hipo son episodios intermitentes que rara vez se prolongan más de 48 horas. Hablamos de “hipo persistente o constante” cuando dura más de 48 horas y menos de un mes; y de “hipo intratable” si supera el mes de duración.
2. Mecanismos implicados
El hipo es un mecanismo reflejo cuyas aferencias se originan en el nervio frénico, en el vago o en la cadena simpática de D6 a D12. Los núcleos del reflejo se localizan en la médula cervical C3-C5 y las aferencias se conducen a través del nervio frénico.
3. Causas
El hipo puede tener un origen psicógeno u orgánico. Sólo tras excluir su origen orgánico puede considerarse de origen psicógeno. Surge por irritación vagal del diafragma o por lesiones del sistema nervioso. A veces se debe a agresiones tóxicometabólicas o psíquicas.
Presentamos a continuación las etiologías más frecuentes:
-Irritación del nervio vago: distensión gástrica, endoscopias, gastritis, ulcus péptico, pericarditis, tumores torácicos, infarto agudo de miocardio...
-Irritación en el diafragma: distensión gástrica (aerofagia y hernia de hiato), abscesos subfrénicos.
-Lesión del sistema nervioso central: enfermedades vasculares, neoplásicas o traumáticas.
-Agresiones tóxicometabólicas: tabaco-alcohol, fármacos (alfa-metildopa), trastornos hidroelectrolíticos, uremia...
-Postoperatorio: anestesia general, distensión o tracción de vísceras.
-Psicógeno: ansiedad o estrés.
4. Evaluación
En la historia clínica es importante establecer sus características: duración, intensidad, factores que influyen, enfermedades asociadas y uso de fármacos. La exploración debe ser global. En cuanto a las técnicas complementarias, además de la analítica rutinaria es necesario recurrir a técnicas de imagen para valorar el tórax, especialmente el mediastino y en ocasiones el abdomen.
->Nota: destaca como indicación no psiquiátrica de la Clorpromazina (antipsicótico clásico), la administración intramuscular en el tratamiento del hipo constante.