jueves, 30 de abril de 2009

Los mundos de Will..






Un decorado tétrico de retamas silbantes.
Un teatro de horizontes mecánicos sin engrasar.
Un escaparate decadente y onírico
en el que rajar la intemperie con las cenizas
de una espiral afilada de surcos de barro.

Un terrario infinito de paredes de cielo.
Un coto de caza de horas y cardos.

Un escenario descomunal y tierno
en su pobreza y su abandono,
donde perderse hacia dentro entre caminos líquidos
que atraviesan montañas de animales muertos.

Un laberinto de dejavus desapacibles que te arañan.

El tapete asfaltado y roto
de un juego de rol macabro que olvidaron.
La cloaca destripada donde la soledad se posa
en la niebla de las farolas. Y te escupe.

Un desierto de luces de sueño y frío que te abraza.
Una jaula invisible de naturalezas furiosas.
Un boceto metálico que avanza en silencio.

Un sumidero de fotogramas en el que hacerse mayor una sola vez,
para recordar eternamente como en un sueño febril y frágil
una infancia imposible y cíclica que jamás fue cierta del todo.

El último lugar en el que fui un niño.

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