Diabetes y Alzheimer (ApoE4, peaje evolutivo)

En la Diabetes tipo II, la resistencia a la insulina es adquirida en la mayor parte de las personas, y la obesidad es la protagonista central del fenómeno. La interacción entre múltiples genes y el entorno (obesidad, inactividad, envejecimiento, etc..), va conduciendo progresivamente al estado de insulinoresistencia que caracteriza la enfermedad y que en fases avanzadas se traduce también en una lesión anatómica de la célula beta, en relación con el depósito de amiloide. El progresivo aumento del amiloide en los islotes, semejante al amiloide depositado en el cerebro de los pacientes con Alzheimer, pero surgido de la amilina o polipéptido del amiloide de islotes, sustituiría a las células beta secretoras de insulina. En cualquier caso, a pesar del diferente origen del precursor amiloide, su semejanza estructural podría no ser mera coincidencia ya que cada vez son más las evidencias que relacionan Diabetes tipo II y enfermedad de Alzheimer.

La relación de la Diabetes tipo II con la enfermedad de Alzheimer todavía es cuestionada, ya que las complicaciones cerebrovasculares de la diabetes pueden provocar trastornos de demencia de naturaleza isquémica no necesariamente atribuibles al Alzheimer. Los pacientes diabéticos con genotipo ApoE4 presentan más del doble de riesgo de Alzheimer que los individuos no diabéticos con el mismo genotipo ApoE4. Esta evidencia epidemiológica tiene su correspondiente sustrato patológico: la diabetes incrementa drásticamente el depósito encefálico de beta-amiloide y los ovillos de degeneración neurofibrilar en los pacientes con Alzheimer y genotipo ApoE4. El polimorfismo ApoE4 era ya habitual en los primates prehomínidos por fenómenos de presión selectiva, ya que sus portadores sobrevivían mejor a las infecciones. En este sentido, la patología asociada al polimorfismo ApoE4 manifestada en la etapa postreproductiva del individuo, no deja de representar un tributo evolutivo en virtud de mecanismos de antagonismo pleiotrópico.