"Pero algo teníamos que crear, algo teníamos que fundar, no sé, hace mucho, dímelo tú, recuérdamelo tú, para algo nos unimos en la vida, hace siglos, algo urgente nos reunía ¿te acuerdas? la felicidad, el tiempo, no sé qué fundación a dos, con torres al futuro, algo que se me escapa, estoy ahora en penumbra, cubierto de sudor, asténico, vencido, y me viene de pronto la idea, me sobresalta, porqué estamos aquí, para qué estamos, esta mañana he visto ramos muertos en el fondo del agua, eran bellos e irreales bajo el cristal viajero de lo azul, pero algo teníamos que hacer, ¿no te das cuenta? se nos ha pasado el tiempo, se nos ha ido la vida, no hemos hecho me parece, aquello para lo que nos juramentamos bajo la luz sagrada de algún domingo, qué has hecho de tu vida, qué he hecho yo de mi vida, qué ha pasado, dime, dime, de pronto algo me falta, algo se me ha olvidado, y apelo a tu memoria, no, a tu desmemoria, tu memoria soy yo, tú no tienes memoria, se te va borrando el tiempo, se te va borrando la frente, te vas borrando y reapareces, ramo al fondo del agua, pero sé que en tu memoria, en el coral de cofre de tu olvido está la cosa, el secreto, el hecho, lo que teníamos que hacer, nuestra tarea común en esta vida, levantar una casa, forjar un catedrático, descubrir una isla o enterrar algún muerto.
Porqué no lo hemos hecho, en qué ha pasado el tiempo, María, dime, cuántos años, el espanto se mueve entre las hojas, para qué fuimos convocados, con qué fin, en un domingo sagrado de resina. No está en mi pobladísima memoria. Está en el cofre lento de tu olvido. Ya nunca lo sabremos, y ésa es la distancia que de pronto suena entre los dos, algunas tardes de julio, como en cada pareja que ha seguido siendo paralela, desde la juventud. Si te acordases..."
"¿Sería mucho decir que el juego de espejos del jardín se corresponde con tu biografía? Sería mucho decir, pero lo digo. Digo la niña que conversa con el agua, allá a lo lejos, digo la mujer que puebla sus posesiones, casi con majestad, digo la criatura incierta que he perdido y encontrado tantas veces en la vida, sin otra estrategia que tu indecisión. Digo el oro que el oro le devuelve a tu pelo. Digo el tiempo que el tiempo le devuelve a tu rostro. Caligrafías del agua -estás regando- van y vienen.
Esa eres tú, aquella que el jardín divide, multiplica. Criatura nada intelectual -ni falta que hace-, te entiendes bien con las plantas, con el agua, sabes entrar en conversación con lo callado.
Y eso es todo"
(Fragmentos extraídos de la obra póstuma "Carta a mi mujer" de Francisco Umbral, publicada en 2008)
NOVELA: Javier Mateo Hidalgo.
-
1.
Todo comienza
donde la memoria
nos permite.
Dibuja la tiza
sobre un negro universo
y su polvo se desvanece.
¿Los recuerdos son nuestros
o está...
Hace 16 horas
No hay comentarios:
Publicar un comentario