"Siempre has pensado que la realidad no existe
o, por lo menos,
que la tuya la vive otro.
Quién creció entonces en esta ciudad,
te dices esta noche en la que llegas a las tantas
con la alevosía del fugitivo que regresa a devolver un dinero,
a confirmar un dato, o a saldar una deuda de honor,
pilotando expectante un automóvil
como el cetáceo suicida atraviesa entre dos cabos
una línea imaginaria.
Adónde regreso, si la realidad no existe,
te dices,
a una luz ya apagada en mi ventana
donde, insomne, agotaba el último
serie B de Tele 5 y después releía a Bataille,
a ese edificio que ahora paso de largo
donde mis ancianos padres duermen,
a los corn flakes con whisky de madrugada
en El Pesquero, a Décima Víctima,
al macarra de turno,
a un pasado que ya es literatura,
adónde,
[lo dijo Zenón,
la flecha está en el aire
pero no se mueve la flecha]
si el disco en los semáforos desde entonces
está en amarillo,
si los basureros continúan parando en el Delicias Café
y prefieres seguir ruta, hacer noche
en un hostal de descampado,
confirmar que nada existe, que otra vez será,
que ya entonces te decía Bataille,
escribo
para borrar mi nombre."
(poesía sublime del gran Agustín Fernández Mallo, extraída de
Poetas, primera antología de poesía con matemáticas)