viernes, 31 de diciembre de 2010

Hoy por ayer y más que nunca

Ayer fue para mí un buen día. Con una lluvia dibujable y sin tiempo impactando contra la zona sur de una ciudad palpitante. Y contra el cristal del autobús desde el que la observo y me observo. Un día de reencuentros emotivos provocando desencuentros interiores con motivos. Esta lluvia fue de té con canela y una conversación que sin saberlo me salvaba de mí mismo. Palabras de regalo de navidad antinavideño. Ella, feliz como nunca, que antes había escrito "yo no sé si sabré estar en algún momento desenamorada, eso me temo". Hablamos sobre el racismo sanitario y otros miedos. Otros muchos nuestros. Y yo, que había llegado hasta allí leyendo un libro sobre el desarraigo, el exilio y el dolor, atravesado treinta años después en el vagón de media hora de metro por decenas de los propios personajes de mi ejemplar de bolsillo. Voló el tiempo por su terraza mojada y el Lambrusco sobre mi reloj de pulsera. Me iluminó el regreso atardecido con su clarividencia implacable sobre nuestros desafíos vitales inmediatos. Va a ser una gran médico. Siguió la lluvia acompañándome a casa y comenzó a saber a radiador y a tres litronas volcadas en un mini. "Si hay miseria que no se note" y la revolución pandémica del reagge y las sonrisas. Siguió la lluvia mojando de palabras necesarias la amistad. Inolvidable. Gracias.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

apología del hippismo pre-fin-de-década. de cambiar el mundo a través de sonrisas de 4 de la mañana. de hablar horas sobre la sexualidad de los escorpiones. de amistad decías no?

http://www.youtube.com/watch?v=h6y3uO_52C4

Sh dijo...

Bueno, bueno..

Fue una buena víspera de nueva década, de fin de año maligno. La falta de sueño no me permite decir poco más que me alegro, que igual adopto un perro de tanto hombre, que la próxima en Serracines y subir a un árbol en la meseta y ver ciclones de mosquitos.

Sh dijo...

.. y gracias. Me sacas los colores.