"Cuántas cosas habría dicho Saúl por no decir Lotte"
"La tormenta había amainado, ya ni siquiera llovía. No tenía miedo. Sentía algo muy distinto, algo para lo que no era capaz de encontrar un nombre. Si las perlas de un collar caen al suelo, es imposible perseguirlas todas al mismo tiempo. No es algo en lo que uno piense a los seis años. Sin embargo, la intranquilidad que atrapó a Saúl en mitad de su primera escaramuza nocturna no era consecuencia de los rayos o los truenos o la forma cambiante de los muebles en la oscuridad, sino de la intuición de que todas las cosas corrían en un millón de direcciones distintas y la certeza de que sería imposible detenerlas."
"Nada de lo que vino después fue mi vida. Ninguna desgracia fue nunca más mía. Ninguna suerte, mi suerte."
"Había algo, en la extraña conjunción de las distintas partes de su cuerpo, como si fueran piezas de mujeres distintas, algo monstruoso en ella, que le atraía enormemente. Mientras Albita le hablaba, y era capaz de hablarle durante horas, Saúl no paraba de imaginársela en las circunstancias más extrañas, caída de un caballo en mitad de un barrizal, atada a una verja en la calle, como una bicicleta, desnuda sobre una mesa de billar, apretada dentro del microondas como un pavo regordete, o arrodillada delante de un altar con las manos juntas y la lengua fuera."
"Pero Trífero nunca hacía aquello que los demás necesitaban, sino lo que él no era capaz de evitar. Y como no era capaz de evitar escribir esa dichosa carta, pidió un café, se avergonzó de su acento francés, miró alrededor, pensando, no soy peor que ninguno de éstos, y empezó su carta."
(fragmentos extraídos de la novela
Trifero, de Ray Loriga)
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