La luz del orificio
Quedan en la memoria las costuras
por donde a veces, sin buscarlo,
rompe la luz de alguna coincidencia.
Urdes entonces el asombro justo
para que el cruce del ayer con la costumbre
te desvele un fervor
que diste por perdido.
Desconocemos la secuencia
que al atajo conduce,
carecemos también de sus motivos.
De la red no es el nudo, sino el hueco,
el que alumbra las leyes del eclipse.
Inventario
Profundamente triste, donde empieza
el exceso gastado del azar que envejece
contra nadie,
la excusa múltiple,
el alarde impelido por la velocidad del túnel,
mansamente.
A la altura todo de ser
un acorde de lágrima,
por mí, por tí,
por la fuerza sin número;
cuando abusan retóricas las rosas
y de nuevo es octubre.
A secas triste, sin agua y sin timón
y sin mendigo.
Ni cursi ni terrible
Nunca escribí de la palabra espina
ni una sola partícula,
tampoco corazón,
o puede que lo hiciera aquella vez
que hilaba primavera con manubrio.
Azul confieso que lo dije.
Cómo resistir su trallazo
empollado de nube.
Sin embargo, de pronto desnudez,
la piel, la lluvia,
amor de mordedura, muslo,
vértigo y parto;
pirotecnia febril sin compromiso,
mea culpa.
(poesías extraidas del poemario
Nudos de Salvador García Ramírez, premio Ciudad de Alcalá de poesía 2005)
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