Mezclar cocaína y alcohol es más tóxico que consumir ambas sustancias de forma aislada. La combinación de dichos tóxico supone una de las politoxicomanías más prevalentes en España y el resto de Europa.
Se estima que entre un 60% y un 85% de los consumidores habituales de cocaína lo son también de otras sustancias psicoactivas, siendo el alcohol el más frecuentemente implicado. Los sujetos alcohólicos, en menor medida que los cocainómanos consumen otras sustancias psicoactivas, estimándose un 18% aproximadamente, y concretamente respecto a la cocaína en torno al 4%.
Estos compuestos tienen efectos antagónicos sobre el sistema nervioso central (depresor y estimulante). Su combinación hace que el hígado produzca otra sustancia: la cocaetilena, que incrementa la toxicidad de la cocaína y la duración de su efecto, ya que permanece en sangre durante más tiempo. Además, aumenta el riesgo de sufrir trastornos depresivos o muerte súbita. El alcohol hace disminuir los efectos de hipervigilancia, rigidez y tensión de la cocaína; y ésta a su vez atenúa la sensación de embriaguez consecuencia del alcohol, así que el consumo combinado conduce a un círculo vicioso que dispara el riesgo de intoxicación aguda o coma etílico.
Se incrementa la sensación subjetiva de bienestar, se aminoran las secuelas físicas y psicológicas del consumo exclusivo de cocaína, se produce una menor disforia en relación al síndrome de abstinencia, se incrementa la respuesta cardiovascular y aumenta la tensión arterial. Dichos efectos son considerablemente más prolongados que en el consumo exclusivo de cocaína, dado el lento proceso de eliminación del metabolito cocaetileno. Además de esta prolongación de los efectos ejercidos por el consumo conjunto de ambas sustancias no se debe olvidar la alta toxicidad que genera absorción simultánea de alcohol y cocaína en el organismo, tanto a nivel cardiovascular como cerebral.
Existen concentraciones de cocaetileno más significativas cuando el alcohol se administra previamente a la cocaína.
En relación a comportamientos violentos hay que indicar que los efectos generados por el uso conjunto de ambas sustancias son desinhibidores de la conducta que favorecen la impulsividad, sin olvidar la disminución de la capacidad de juicio que se produce, llegando a ser favorecida la explosividad del sujeto. La cocaína puede alertar la conducta de las personas que consumen dicha sustancia, especialmente si es administrada simultáneamente con etanol, de este modo se predispone hacia la violencia a través de un incremento de la irritabilidad, la agresividad, la disforia y la paranoia, siendo además esencial que las circunstancias puedan ser favorables para que la violencia tenga lugar.
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