Clavado frente al horizonte,
miro a las nubes con los pies hundiéndose en la arena.
Y pienso en colocarme para colocar
lo que queda de mi vida a salvo de tu recuerdo
de saliva y piedras. Con la mirada acariciando
la tentación de adentrarme en el mar
y la tormenta para no volver.
A pensarte ni a Madrid. Espuma de óxido y sal.
De mi cabeza. Deja hueco
para la imagen de mi cuerpo muerto
mordido por las olas entre la orilla de sangre
y media luna de pena entera.
Aquí sigo. Esperando que algo aparezca de pronto
y me arrastre consigo. Y no consigo que me besen
el corazón con las manos llenas de tierra. Fin.
Que me digan de qué llevo huyendo media vida.
Que me miren al alma y me terminen de destruir.
DE NADIE EL AGUA DEL RÍO por PABLO OTERO
-
No tú
no yo
no él
de nadie el agua del río
ni la plata, ni la bellota, de nadie
el susurro, ni el azahar.
Ni luz ni sombra tienen pertenencia.
Ni siquie...
Hace 14 horas
No hay comentarios:
Publicar un comentario