Podría resumirme en un álbum de fotografías de suelos.
En el videopoema malo de hormigón y tierra que es mi vida.
En los fotogramas sepias y veloces
de alcantarilla y grava y verdín que ha sido.
En el triste material acumulado por un videoaficionado cabizbajo.
Recuerdo la acera donde me quedé dormido sobre mi mochila
esperando que me recogieran mis padres:
desperté con una picadura de araña en el tobillo
y el peor miedo de mi media década.
También la arena del patio donde yo quería despertar
con la niña que me mordió el corazón al tirarme del columpio.
Esa cuneta donde vomité por primera vez,
y era de asco a mí mismo.
Aquellos escalones de portal
donde no me partieron la cara por tercera.
Y hasta el césped de parque sin litronas rotas
donde sí me destrozaron el alma en cien cristalitos marrones
y una pegatina verde: desamor cinco estrellas
en toda la boca.
Han volado miles de suelos y el argumento se repite.
La trama aburre. Siempre los mismos
abandonos, golpes, ascos, huidas, vacíos, miedos y rabias.
Las mismas colillas, piedrecitas y hojas secas.
El mismo puto olor a polvo que otros levantan al alejarse,
pero seguimos siendo amigos según facebook.
Cambia la cara de la chica, muy de vez en cuando.
Las caídas de antes por insomnios de ahora.
Los rasguños y las disculpas por evasiones químicas.
Ya me cansa esta peli cutre.
El prota apesta.
O cambio de vida o reviento
el decorado y disparo
a quemarropa a todos los extras.
DE NADIE EL AGUA DEL RÍO por PABLO OTERO
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No tú
no yo
no él
de nadie el agua del río
ni la plata, ni la bellota, de nadie
el susurro, ni el azahar.
Ni luz ni sombra tienen pertenencia.
Ni siquie...
Hace 15 horas
2 comentarios:
me encanta. Eres bueno, muy bueno.
Justo en esas visicitudes que describes me ha pillado esta torpe noche de agosto.
Un gusto seguirte las huellas.
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