viernes, 4 de septiembre de 2009

Pseudomisoginia sentimental (Carta a mi mujer 2)


"Es cuestión de paciencia. Desde muy pronto aprendí que las mujeres son cuestión de paciencia. La colonización de una mujer es una larga tarea. Y no me refiero sólo a las mujeres semifrígidas (no las hay frígidas) , sino, sobre todo, a las mujeres de respuesta sexual fácil y múltiple (son cosas que van unidas: la de orgasmo difícil es casi siempre de orgasmo único).
La colonización de la mujer es una larga tarea porque la de respuesta fácil y pronta puede llevarnos a nosotros a un desenlace prematuro. Y la mujer de respuesta lenta y penosa (no entro aquí en las tan debatidas causas) requiere la prolongación artificial de un clima que es ya un climax. En todo caso, hay que aprender.

La mujer no es una asignatura fácil. La primera fuerza y clave del hombre está en aguantar, en resistir, en esperar. La eyaculación rápida, aunque se repita, no conduce a nada. Es proporcionarle a la mujer una sucesión de inminencias que la dejan en blanco.
Dice Marguerite Yourcenar (sabia en mujeres, como lesbiana) que el mayor encanto de una mujer es la disponibilidad. Efectivamente, la hermosa mayéstica e inasequible nos enfría y aleja pronto. Lo que queda y ahonda es el rastro de la posibilidad, de la facilidad. No otra es la fascinación de las meretrices. Son mujeres "posibles". En el hombre amanece el predador prehistórico y el trámite económico queda borrado.
Lo que se desea locamente es dar a la caza alcance.

Se empieza a funcionar bien con las mujeres cuando uno está saciado de ellas. Son suaves, son blancas, son hermosas, son lo otro, son infinitamente penetrables. Pero hay que llegar a la contemplación altruista de un culo. Hay que ser, casi, coleccionista de culos. Entonces, sin ansiedad, es cuando está uno en condiciones de hacer un buen trabajo, por el bien de ellas.

Todas las mujeres que hemos conocido son el laberinto que nos conduce a la mujer que nos estamos beneficiando. Todas están presentes en esta cópula, María, porque cada una ha aportado la letra de su alfabeto sexual para que yo te entienda. La mujer no se aprende a través de la mujer, sino de las mujeres. No sé si a ellas les pasa lo mismo con los hombres. Supongo que sí.
No les guardes rencor, María, a esas mujeres de mi vida portuaria. Ellas son quienes más me han enseñado de ti. Quienes más saben de ti, sabiendo de ellas.
Todo lo que tú no sabías, claro."



(Fragmento extraído de la obra póstuma "Carta a mi mujer" de Francisco Umbral, publicada en 2008)

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