"En algún momento de su travesía Falconetti decide regresar a San Francisco. Piensa que si él no puede dar la vuelta a la Tierra, por lo menos que la Tierra la dé por él. Compra una bola del mundo del tamaño de un balón de playa, y con un rotulador indeleble pinta un monigote sobre la Ciudad de San Francisco, y al lado escribe su nombre. A la mañana siguiente, en East Bay la tira al mar.
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Un espía quiere enviar el mensaje "El armamento nuclear está ubicado en...". Para ello lo codifica cambiando las letras de la frase por otras que elige al azar: la e por la h, la l por la k, la a por la v, etc. de manera que el mensaje queda: "hk vjtvthbil bñwkhvj...". En caso de que el enemigo intercepte el mensaje, ¿Tiene alguna probabilidad de descifrarlo? Si el mensaje es lo suficientemente largo la respuesta es que sí tiene probabilidades. Porque en cada lengua las letras tienen una frecuencia de aparición en los textos bastante determinada. Sólo hace falta contar el nº de veces que se repite cada letra en la versión codificada, y hacerla corresponder con la letra que en el lenguaje normal posee una idéntica frecuencia de aparición.
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