lunes, 31 de octubre de 2011
Tokio ya no nos hiere
Déjame que te diga cómo veo las cosas. Phoenix por la noche es un mundo aparte. Los travestis cubanos llenan los alrededores del zoo al norte de Temple Park. Mujeres altas colgadas de somníferos de vaca, guapas como estrellas de cine atropelladas, que la chupan junto a la jaula de un oso por el precio de una hamburguesa. Llevan abrigos de pieles sintéticas encima del cuerpo desnudo y mantienen alejados a los niños locales a tiros. Los niños locales se pelean por hacerlo gratis en los coches mientras sus madres y sus hermanas se tiran a los turistas al otro lado de Salt River, en los moteles de Broadway. Anfetaminas de todos los colores bajando por la avenida central, llamas negras de los laboratorios indios de mesa volviendo locos a los hinchas de fútbol, policías a caballo, policías a pie, policías vigilando desde el cielo, iluminando las calles con la luz azul de los helicópteros, la tripa de los aviones raspando la torre de telecomunicaciones, bares japoneses de karaoke llenos de colombianos armados, iglesias llenas de predicadores borrachos y fieles violentos y, por supuesto, también un montón de gente tranquila durmiendo en sus casas blancas de Paradise Valley.
Una venta sin sobresaltos cerca del aeropuerto y estoy en Temple buscando algo limpio para bajar dos ampollas de LTC que me tienen sujeto desde ayer como alguien al final de una escalera sin los tres últimos peldaños, una escalera incapaz de tocar el suelo. Me bebo una cerveza en una taquería mejicana. En la televisión hay un hombre mirando una cruz en llamas. En la calle hay un chapero con una cazadora roja de seda con un dragón bordado en la espalda. Esto es lo que pienso. Si algún día puedo salir de todo esto, de las ventas, de la química, de las anfetas y la morfina, de los estimulantes infantiles, de los polvos accidentales, del ruido de los helicópteros, si algún día consigo dejar todo esto y juntar a una pequeña familia en una de esas casas blancas del valle o lejos de aquí, en la vieja Europa, o donde sea; si algún día lo consigo, probablemente será ya demasiado tarde, porque hay algo dentro de mí que se arrastra hacia afuera, como la mano de un hombre dormido en una barca que se descuelga hasta tocar el agua.
(fragmento extraído de Tokio ya no nos quiere, de Ray Loriga. Novela que me tiene absolutamente fascinado. Y de la que aviso, iré volcando pedacitos sobre la superficie del blog utilizando cualquier pretexto o sin necesitarlo en absoluto. Braseando sin clemencia alguna a todo visitante melancoholico con parte de su revelador contenido. Gracias desde aquí a la chica que me recomendó su lectura. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto leyendo prosa.)
domingo, 30 de octubre de 2011
Los que van a morir te saludan
De forma absolutamente inexplicable he sido aceptado en una nueva locura del genio hiperactivo de la red y el universo poético blogger que es Batania (Neorrabioso). Gracias. Se trata de un blog colectivo de poetas dispuestos a que les destripen sus versos las alimañas críticas que todos somos escondidos detrás de un nick o un avatar. Sin falsas modestias, sin respeto, sin hipocresías, sin polladas. Por fin. Participamos cincuentaytantos escribientes cibernéticos en este dudoso proyecto. Creo que sólo conozco en persona a dos. No sé de su continuidad a largo plazo ni me importa, y sí soy muy consciente del poquísimo tiempo que podré dedicarle a despedazar a otros sin clemencia o a exponerme yo mismo para que otros lo hagan, pero me ha parecido una idea atractiva. Una excusa más y nunca la última para seguir perdiendo el tiempo de estudio que no tengo. De momento, dejaré reposar esta imagen birlada como publicidad al respecto en el margen derecho de melancoholismo (pinchando sobre ella se accederá directamente al sitio en cuestión) y sumaré la url al blogroll de agonistas parciales.
Quiero que me salpique la sangre. A poder ser, la mía.
jueves, 27 de octubre de 2011
Sexo y palabra
Lo que me gusta de tu cuerpo es el sexo.
Lo que me gusta de tu sexo es la boca.
Lo que me gusta de tu boca es la lengua.
Lo que me gusta de tu lengua es la palabra.
(texto extraído de Papeles Inesperados y traducido del francés por Aurora Bernárdez, en que Julio Cortazar intenta ser un guarro y es ésto lo que le sale..)
miércoles, 26 de octubre de 2011
Ratel Rock en concierto!!
en un garito de Alcalá de Henares llamado Tic Tac
se estrena en directo la banda del hermano Danyelo.
Se llaman Ratel Rock (aquí su myspace)
y ya les han apodado los Motorhead de Serracines...
jujuju, qué jodido.
En la hora del inicio del concierto no se ponen muy de acuerdo, pero si no es a las 22:00 será a las 23:00. A mí, que estaré litroneando entre dos coches aparcados en la acera de enfrente no me trastornará demasiado.
"Nunca pises a un Ratel!! Nunca pises a un Ratel!!!"
sábado, 22 de octubre de 2011
Pasillo de congelados
Existe algo terrorífico en los autoservicios abiertos en mitad de la noche. Ese aliento contenido sobre el brillo de los suelos encerados. La pátina intemporal y colorista que cubre cientos de artículos idénticos en un orden perfecto y macabro. Y tus ojos bañados por la luz azul y extraña de los fluorescentes.
Algo sobrecogedor pero suspendido. Onírico y adulterado. Como una fotografía de saturación disparada ardiendo en un paréntesis de tiempo. Reciente y tuyo. Pero sostenido por unas manos ajenas. Perdido para siempre como un vale descuento.
La incertidumbre al final del pasillo de congelados y el ritmo sonámbulo como de inercia, de mirada cansada vagando borrosa por los letreros imposibles. Un atraco como siempre a punto de suceder. Tu boca como siempre a punto de besarme para que no me fíe de ti o para que cierre los ojos aunque sea un segundo y te encante ser la culpable. Para que te acabe contando los porqués tristes y hermosos de toda esta locura improbable.
Es algo parecido a una escena de David Lynch. Debe de ser por esto de sentirse observado a cada paso entre las cajas de cereales que no hace tanto eran tu paisaje matinal de fantasías acolchadas. Ahora todo tiene precio. Y tu pasado agotado sobre el estante vacío de whisky en oferta.
Se acabó el coqueteo estúpido con la estética del drama. Esta divertida imprudencia. He estado demasiado tiempo improvisando una tragedia sobreactuada por mero entretenimiento, y nunca quise creerme del todo el guión previsible y sufrido. Que ya es mi realidad única. Descosido el disfraz, arrasado el maquillaje, es mi piel igual de vulnerable para un nuevo yo algo más jodido. Sí, esto parece bastante definitivo.
De verdad que hay algo espeluznante y tenso en los supermercados abiertos a altas horas de la madrugada. Me miro desencajado en el reflejo de la botella que agarro con fuerza como si fuera mi vida y salgo corriendo bajo el cartón colgante de salida sin compra. Como si realmente fuera una salida.
jueves, 20 de octubre de 2011
Tragando desajustes
Si en un insomnio cualquiera, uno pretende aliviar el desvelo, puede que se le ocurra mirar hacia atrás. Cuántos hechos y deshechos se acumulan en cada recoveco de la memoria: amagos de osadía, pasos en falso, desamores y amores, admiraciones y esperpentos, porquerías y chispas de humor. Uno apenas se reconoce en los cruces de sí mismo consigo mismo. Como si se tratara de confusos borradores del azar, de rostros en la niebla, de maletas perdidas. (...)
Tragos
Un trago sirve para creer que la vida es sueño, o que el mundo se tambalea sin motivo. Sirve para imaginar que la realidad no nos humilla, precisamente en el momento en que la implacable nos está hundiendo. Sirve para envalentonárnos en los pasos previos al amor y en ciertos casos para ahuyentar al amor con el mal aliento.
El trago, cuando es medido, acaba con las penas menores, pero cuando es desmedido acaba con el hígado. (...)
En los perdones, siempre hay una pizca de hipocresía.
(Fragmentos de Vivir adrede, de Mario Benedetti)
sábado, 15 de octubre de 2011
Oquedad eterna
Me protegen
cien libros de tapas duras
marcadas con un cerco de vaso
(para que nadie entre). En mí.
Con alambradas de whisky, para nada.
Desde nadie. Mientras tanto caen
recuerdos por los tejados y lluvia,
munición de este insomnio
de ventanas tapiadas
(para luego siempre la misma duda
de luna aguada).
Sigo escribiendo a gritos.
Con los ojos cosidos de viento
y anestesiado el pecho contra mí mismo.
A malos tragos,
de este cubata de tinta con hielos
(para los golpes bajos). Sigo.
Amando
demasiado para no llegar a odiarme
nunca lo necesario. Viviendo
y siendo bebido, a punta afilada
de cada noche de sábado.
Muy de vuelta de mis vueltas de campana.
La noche me atraviesa la piel y sangro
luz de farola. Lejos caerán unos párpados
como estallan los cuerpos
contra las horas. Lejos. Se va sedimentando
la tristeza en esta caries de la retina
que son las mismas calles vacías
como litronas. Como palabras
amputadas, esta mirada.
No brilla. Quizá ya no sean
las mismas. Pero a más de mil vidas
inconfesables de distancia, te estremeces.
Mientras, estas manos frías
perdiéndose en otra boca.
Y en otra más. Muertas todas.
Desde más lejos todavía,
escueces. Sopla la vida fuerte
improvisando lejanías, juega
cuando otra vez al final de nada,
amanece.
Arde en alcohol el horizonte y queda
entre los dientes la ceniza de otras noches
y esta drogada oquedad eterna.
Macabra y fiel como una hipoteca o un charco
de rostros y burla enganchado a mis suelas.
Otra semana que arde
y nada me quema.
viernes, 14 de octubre de 2011
jueves, 13 de octubre de 2011
No te atrevas
Ahora. Después del tono exagerado y ridículo.
Artificialmente dramático. Grandilocuente y sentencioso que desacredita mis textos. Todos. Malos.
Que incapacita hasta el mínimo sustrato de experiencia real que puedan esconder. Ahora, precisamente.
Después de perder treinta veces ese estilo que tampoco era el mío otra vez. De abusar de adjetivos, dicen. De creerme original por no saber colocar los puntos y seguido. Ahora.
Después de meses de renglones torcidos de vergüenza. De asco.
Al verme encontrando una altísima carga literaria en todo lo prosaico y cotidiano, lo vacío, que me roza esquivándome.
Sin poder huir. De mis márgenes de pena. De mis letras mediocres.
Después de intentar aprovechar todo lo inútil que me ha quedado cerca tras el vendaval. Patético tras la tormenta de verano y palabras que es mi eterno presente. Ahora no.
No te atrevas a dejar de joderme la vida.
Justo ahora que estaba apunto de escribir algo decente.
domingo, 9 de octubre de 2011
jueves, 6 de octubre de 2011
Cafeínico y feliz, miércoles.
Divide mis horas el rugido de una cafetera vieja.
Exhala rabiosa el torrente de vapor,
casi un tren de mercancías sin parada
que no me aleja lo suficiente.
Trago y no pienso. Vuelvo a tragar,
como he hecho siempre que me acorrala el miedo.
Y de pronto ya no camino. Pero los edificios
pasan veloces a los lados, difuminándose
en su tibieza como amistades solubles.
Las aceras se desplazan bajo mis zapatillas sucias
y sólo se puede avanzar, mientras naufraga en mi sangre
este amor brutal de cafeína y glucosa.
Corren sin mirarse la ciudad y los días.
Van aplastándose.
Más cafeína desborda mis sienes
y cada latido es un ariete hidráulico contra el fracaso.
Fundiendo en un caldo de euforia el pasado
y sus fuselajes. Cada latido,
un tam-tam arterial de auxilio
hacia un futuro que arrastra un retraso ferroviario.
A cada latido. Por mucho que se esconda
voy a recuperar por las malas mi presente.
Encañonándolo dentro de un vaso.
Los cien mil ojos del techo de la biblioteca
van rajándome como un segundero.
Zumba sobre mi cabeza
el parpadeo arrítmico de un fluorescente roto.
Y una polilla se muere en un vuelo perfecto
de berilio. Quizá para que todo parezca
un sueño profundo de coma inducido.
Ahora que dormir
es algo que se me está olvidando
poco a poco. Que en unos días
habré desaprendido por completo.
Se sueña mucho más alto enganchado
en los alambres de una vigilia eterna.
Ya olvidé dormir. Que los sueños
se olviden de mí, no voy
a cumplirme a tiempo.
Observo el reflejo intermitente
de mi rostro extraño
sobre las ventanillas del tren
que va frenando frente a mis ojos rojos.
Tardo un par de segundos
en saber si es real lo que creo ver.
Oír, a veces. Me divierte.
Mi orina huele a grano tostado y a yerba.
Y en la garganta el corazón da vueltas
como un caramelo triste de miel y fiebre.
Como antes de las palabras. Me encanta
esto de vivir tan deprisa sin saber hasta dónde,
hacia cuándo. Enamorarme
tres cientas veces al día y sin miedo,
de nuevas drogas o Marion Cotillard.
Tan a toda hostia que al mirar atrás
todo sonríe borroso y tiembla.
Se me despegan las manos de los dobleces de la realidad.
Por fin me deshago en un viento de levedad frágil.
Feliz detrás de la lenta caída de mis ojeras
y noviembre. Alrededor se van partiendo las almas
como galletas secas. Y yo me disuelvo
en esta fugaz y gloriosa inconsistencia.
En este destello confuso. Irreal.
Habitando sin permiso
del recuerdo y para siempre
mi propia ausencia.
miércoles, 5 de octubre de 2011
INVERSO 2011
El sábado 8 de octubre a las 8 de la tarde en la sala Clamores (calle alburquerque, 14) dará comienzo la tercera edición del INVERSO (festival de poesía independiente de madrid).
Va a ser la polla. Y la entrada 5 euros.
Recitarán monstruitos de la embergadura de: Olaia Pazos, Guadalupe Grande, AMC313, Jesús Ge, Marwan, Escandar Algeet (sí sí, el mismo), Marçal Font, Benjamín Prado y Rebeca Jimenez.
En los espacios permanentes: La más Bella + Julio Reija, Eduardo Scala, Solidaridad África Directo, Info 15M, Librería La independiente. +INFO en http://www.inverso2011.blogspot.com/
Y poco más, que por allí estaremos.
Blues for Maggie
Ya ves
nada es serio ni digno de que se tome en cuenta,
nos hicimos jugando todo el mal necesario
ya ves, no es una carta esto,
nos dimos esa miel de la noche, los bares,
el placer boca abajo, los cigarrillos turbios
cuando en el cielo raso tiembla la luz del alba,
ya ves,
y yo sigo pensando en ti,
no te escribo, de pronto miro el cielo, esa nube que pasa
y tú quizás allá en tu malecón mirarás una nube
y eso es mi carta, algo que corre indescifrable y lluvia.
Nos hicimos jugando todo el mal necesario,
el tiempo pone el resto, los oseznos
duermen junto a una ardilla deshojada.
("Papeles Inesperados". Julio Cortázar)
martes, 4 de octubre de 2011
acético en las heridas
que duerme de día, que canta en los bares
Soy un vinagreeeee..
("...olvidadas por tí, olvidadas por mí...")
lunes, 3 de octubre de 2011
Ausencias
Las cosas que nos faltan, cuántas cosas. Las que quedaron en el camino o nunca accedieron a él. Quien más, quien menos, todos llevamos una filatelia de las ausencias.
Hay partidas, adioses de los que no volvieron ni volverán. Aun en las mejores y conquistadas alegrías, sobreviene de pronto un vacío y nos quedamos taciturnos, solos, tiernamente desolados.
Por suerte cuando soñamos vuelven todos, los que todavía son y los que fueron. Y abrazamos fantasmas, almas en pena y almas en gloria. Ellos nos cuentan su impiadosa sobrevida, aunque, eso sí, marcando siempre su territorio, que es sólo invierno.
Su exilio tan pasivo, tan inerte, no está consolidado. Con su martirio, nos martirizamos, quizá porque sabemos que todo eso acaba en un opaco despertar. Viene entonces la fase de ojos abiertos, también llamada insomnio. Allá arriba está el cielo raso, con la araña de siempre en su rincón de redes. Nos faltan manos para acariciar, labios para besar, cintura que estrechar, cuerpo que penetrar. Todo es ausencia.
(Fragmento de Vivir adrede, de Mario Benedetti)
domingo, 2 de octubre de 2011
De erosivas permanencias y Cortázar
Lucas, sus papelitos sueltos
El atado de cigarrillos sobre el escritorio, la vasta nube potencial del humo concentrada en sí misma, obligada a esperar en ese paralelepípedo cuyas aristas y ángulos constriñen una voluntad esférica, un interminable helecho de volutas.
O lo contrario, la niebla matinal desflecándose contra los techos de la ciudad, buscando torpemente concretarse en un ideal de rigor inmóvil, en el paquete que dura, que permanece sobre el escritorio.
(A esto me he referido tantas veces, pero con qué palabras secas queréis que intente explicarlo. Siempre vuelve, por inoportuno que te brote, a frotarte contra la mirada su prosa de filo y delicia, en esa devastadora capacidad suya de escribir lo imposible, lo que cuesta imaginarse acaso como soñable. Y duele simpre y es un lujo redentor que haya cosas que eternamente reaparezcan a destruirte para hacerte sentir jodida y rabiosamente vivo.
"Papeles Inesperados". Julio Cortázar. La imagen, el cielo de Oxford en junio, persiguiéndo de reojo nuestro azar inevitable. Días felices.)