sábado, 15 de octubre de 2011

Oquedad eterna

Me protegen
cien libros de tapas duras
marcadas con un cerco de vaso
(para que nadie entre). En mí.
Con alambradas de whisky, para nada.
Desde nadie. Mientras tanto caen
recuerdos por los tejados y lluvia,
munición de este insomnio
de ventanas tapiadas
(para luego siempre la misma duda
de luna aguada).

Sigo escribiendo a gritos.
Con los ojos cosidos de viento
y anestesiado el pecho contra mí mismo.
A malos tragos,
de este cubata de tinta con hielos
(para los golpes bajos). Sigo.

Amando
demasiado para no llegar a odiarme
nunca lo necesario. Viviendo
y siendo bebido, a punta afilada
de cada noche de sábado.

Muy de vuelta de mis vueltas de campana.
La noche me atraviesa la piel y sangro
luz de farola. Lejos caerán unos párpados
como estallan los cuerpos
contra las horas. Lejos. Se va sedimentando
la tristeza en esta caries de la retina
que son las mismas calles vacías
como litronas. Como palabras
amputadas, esta mirada.
No brilla. Quizá ya no sean
las mismas. Pero a más de mil vidas
inconfesables de distancia, te estremeces.
Mientras, estas manos frías
perdiéndose en otra boca.
Y en otra más. Muertas todas.
Desde más lejos todavía,
escueces. Sopla la vida fuerte
improvisando lejanías, juega
cuando otra vez al final de nada,
amanece.

Arde en alcohol el horizonte y queda
entre los dientes la ceniza de otras noches
y esta drogada oquedad eterna.
Macabra y fiel como una hipoteca o un charco
de rostros y burla enganchado a mis suelas.

Otra semana que arde
y nada me quema.

2 comentarios:

AL dijo...

"A malos tragos,
de este cubata de tinta con hielos
(para los golpes bajos). Sigo"

Me encanta lo que escribes.

Enrique Sabaté dijo...

¡Vamos! yo vengo a hacer una crítica feroz y sólo puedo felicitarte por el poema. literatura a la que sólo puede acceder el interesado envuelta en litros de whisky con una papel de celofán que lo proteja. El pasado y el presente disparan con bala y siempre con los ases en la mano. Tejes el poema entre la desolación y la indiferencia dejando que la tristeza de la bienvenida a la soledad.
El poema es armonioso e interpretable más allá del vacío en el que se determina.

Salud.