Ahora. Después del tono exagerado y ridículo.
Artificialmente dramático. Grandilocuente y sentencioso que desacredita mis textos. Todos. Malos.
Que incapacita hasta el mínimo sustrato de experiencia real que puedan esconder. Ahora, precisamente.
Después de perder treinta veces ese estilo que tampoco era el mío otra vez. De abusar de adjetivos, dicen. De creerme original por no saber colocar los puntos y seguido. Ahora.
Después de meses de renglones torcidos de vergüenza. De asco.
Al verme encontrando una altísima carga literaria en todo lo prosaico y cotidiano, lo vacío, que me roza esquivándome.
Sin poder huir. De mis márgenes de pena. De mis letras mediocres.
Después de intentar aprovechar todo lo inútil que me ha quedado cerca tras el vendaval. Patético tras la tormenta de verano y palabras que es mi eterno presente. Ahora no.
No te atrevas a dejar de joderme la vida.
Justo ahora que estaba apunto de escribir algo decente.
DE NADIE EL AGUA DEL RÍO por PABLO OTERO
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No tú
no yo
no él
de nadie el agua del río
ni la plata, ni la bellota, de nadie
el susurro, ni el azahar.
Ni luz ni sombra tienen pertenencia.
Ni siquie...
Hace 16 horas
2 comentarios:
toma ya!
esto sí!
Lo vuelvo a poner,vas mejorando,me alegro mucho guapo,me gusta que le pongas a tus textos ese autenticò caracter,el tuyo,toma la calle YÁ!
ja,ja,ja
un besoooo.ooo.ooo
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