sábado, 22 de octubre de 2011

Pasillo de congelados

Existe algo terrorífico en los autoservicios abiertos en mitad de la noche. Ese aliento contenido sobre el brillo de los suelos encerados. La pátina intemporal y colorista que cubre cientos de artículos idénticos en un orden perfecto y macabro. Y tus ojos bañados por la luz azul y extraña de los fluorescentes.

Algo sobrecogedor pero suspendido. Onírico y adulterado. Como una fotografía de saturación disparada ardiendo en un paréntesis de tiempo. Reciente y tuyo. Pero sostenido por unas manos ajenas. Perdido para siempre como un vale descuento.

La incertidumbre al final del pasillo de congelados y el ritmo sonámbulo como de inercia, de mirada cansada vagando borrosa por los letreros imposibles. Un atraco como siempre a punto de suceder. Tu boca como siempre a punto de besarme para que no me fíe de ti o para que cierre los ojos aunque sea un segundo y te encante ser la culpable. Para que te acabe contando los porqués tristes y hermosos de toda esta locura improbable.

Es algo parecido a una escena de David Lynch. Debe de ser por esto de sentirse observado a cada paso entre las cajas de cereales que no hace tanto eran tu paisaje matinal de fantasías acolchadas. Ahora todo tiene precio. Y tu pasado agotado sobre el estante vacío de whisky en oferta.

Se acabó el coqueteo estúpido con la estética del drama. Esta divertida imprudencia. He estado demasiado tiempo improvisando una tragedia sobreactuada por mero entretenimiento, y nunca quise creerme del todo el guión previsible y sufrido. Que ya es mi realidad única. Descosido el disfraz, arrasado el maquillaje, es mi piel igual de vulnerable para un nuevo yo algo más jodido. Sí, esto parece bastante definitivo.

De verdad que hay algo espeluznante y tenso en los supermercados abiertos a altas horas de la madrugada. Me miro desencajado en el reflejo de la botella que agarro con fuerza como si fuera mi vida y salgo corriendo bajo el cartón colgante de salida sin compra. Como si realmente fuera una salida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy normal,es muy popular entre gente con diversas patologias psiquiátricas,pánico sin explicación,paranoias y demás delírios por el abuso del alcohol chico.No tengas miedo,que para comprar alcohol,no te quitarán la vida tesoro,mas bién te la quítas tu viviendo así,con tanta fóbia a vivir.
Un beso y por que no propónes a los de los súpers utilizar otras luces mucho más calidas contigo?,no será que todo sea un prodúcto de tu imaginación y tu bipolaridad,o quizás tendrías que dormir más y follar el doble,pero no siempre por la noche,que eso es muy...como diría yo,monotono y vulgaris...un abrazo de Eros,el macho cabrón de la red. :)