viernes, 27 de abril de 2012

¡Por fin!


-Y eso de escribir, ¿cómo es? Algún día me gustaría a mí escribir algo, pero no sé muy bien cómo se hace.
-Yo tampoco.
-Venga, hombre, si es escritor algo sabrá. Se lo inventa uno, o va contando las cosas que le pasan. Porque yo podría contar un montón de cosas. Pero no tengo tiempo. Yo es que cada día me lío haciendo mil cosas.
-Todo el mundo piensa que su vida podría ser una novela.
-¿Y no es verdad?
-No. Una novela es una novela. No tiene nada que ver con la vida.
Sebastián se dió cuenta de que había elevado el tono con cierto disgusto. Estaba harto, como todos los escritores de este mundo, de que cualquiera pensase que esto de escribir era sólo cuestión de no tener nada mejor que hacer. Que los que follaban y jugaban al tenis y hacían piruetas en sus estúpidas motos de agua tendrían algo que escribir si se pusieran a ello.
Él sabía que no era capaz de vivir, y no acababa de entender cómo del otro lado nadie sentía la misma impotencia. No llegaba a entender cómo un tipo que era tan inteligente como para vivir de veras no era consciente de que no tenía ninguna posibilidad de escribir.

(fragmento extraído de la novela Ya sólo habla de amor, de Ray Loriga)

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