domingo, 29 de abril de 2012


Mónica es preciosa, ya está dicho, y no camina sin su propio daño, pero de alguna manera su coraje navega más deprisa que su mala suerte, cosa que a él le admira, y en sus enormes ojos negros existe la promesa de cosas mejores, cosas que ella misma se promete y promete a quien quiera escucharla, y es dueña de una fiereza que primero ofende y asusta pero que, intuye él, también consuela y arropa, y es mujer de hacer cosas, sin por ello dejar de sentirlas, y tiene ahora, en este territorio de lo imaginado en el que él todavía se mueve, la capacidad de sobrevivir y de contar con lo mejor de sí misma como aliado, cuando él, a día de hoy, ha contado siempre con lo mejor de él mismo como enemigo, de ahí que no sea tan extraño que la quiera, ni sea casualidad, ni capricho que la quiera tanto.

(de la novela Ya sólo habla de amor, de Ray Loriga)

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